Los Amantes

A Leopoldo se le enfrió el alma cuando no la vió esa mañana en la cama. Las entrañas se le batían, como preparándose para las arcadas que vendrían cuando se confirmara su primera sospecha.

-René, vístete. Vamos a buscar a mamá. –dijo a su hijo de trece años, quien se levantó sin sorpresa.

Sería esta la tercera vez que desaparecía en ese año. La primera vez la habían encontrado hipotérmica en un bosque al finalizar el invierno. De la segunda, apenas empezando la primavera, su padre no le quiso dar detalles, pero llegó empapada. René se vistió y enrolló la manta de dormir en su cintura, en caso de que la volvieran a encontrar en una situación parecida.

Bajó corriendo las escaleras y en la puerta vio a un oficial hablando con su padre. Leopoldo se cubría las manos y desfalleciendo, cayó arrodillado. Las arcadas llegaron.

-Ven, muchacho, ayúdame a llevarlo.– ordenó el intendente.

A llegar a la orilla del río vieron a Regina ahogada y aún mojada, tendida en el suelo con el rostro cubierto por su vestido granate.

Delicadamente, Leopoldo le quitó a René la manta, se acercó a su esposa y le tomó la mano varios minutos, como si haciendo un inventario de las líneas que le atravesaban la traería a la vida después de su décimo intento de suicidio. Quería que volviera a ser un intento, no lo que ahora abrazaba.

Cuando Leopoldo se inclinó a besarla, René, el muchacho, el hijo mayor de los Magritte, no pudo seguir mirando, dio la espalda a la escena y fue a su casa, derramando lágrimas de óleo y aceite de linaza.

Unos lustros después René seguía preguntándose cómo se habría sentido un beso así.

 


Notas:

  • Este cuento está inspirado en la obra del mismo nombre de René Magritte, que ilustra el encabezado de este cuento. Y digo «cuento», porque las circunstancias que ahí narro no están apegadas a la historia.
  • La madre de René, Régina, se suicidó en 1812, a los 13 años del pintor. Su esposo Léopold la tenía encerrada en su casa debido a varios intentos anteriores de suicidio durante varios años, hasta que escapó y días después fue encontrada ahogada en el río Samble.
  • Según una de las enfermeras de la familia Magritte, la encontraron con el rostro cubierto por su propio vestido húmedo, lo que habría impactado profundamente a René, quien lo usó como un motivo recurrente en sus obras de 1927 y 1928.
  • Hice un par de borradores de este motivo, ya que el uso del fantôme (y los rostros cubiertos) de parte de Magritte sirve para interpretaciones muy hermosas, a las cuales les quedaré en deuda. Por ahora.