Maldición

Así será mi maldición.

Dejaré que vivas destellos de fortuna, y satisfecho del logro de los deseos de tu corazón verás cómo ellos se minimizan ante tus ojos, para tener deseos más costosos, más lejanos, menos alcanzables. Así, te dará enorme dificultad vaciar tu mente.

Cuando tu amor navegue a un remanso tranquilo, verás que nunca hubo equilibro entre el deseo y el bienestar; y cuando por momentos fugaces lo encuentres, el apego te esclavizará, llevándote de nuevo a aguas turbulentas, a querer imponer una alteridad subyugada y a exigir que el otro sea un clon de tu caprichoso corazón. Tarde te darás cuenta de lo imposible de esa imposición.

Cuando tu y los tuyos gocen de salud, no lo disfrutarás, sino que estarás contando los días para que un galeno te anuncie algo. Y cuando estés sano, haré que tu mente no le preste atención a tu recién alcanzada armonía vital sino que no dejes de pensar en ese pequeño guijarro que ahora incomoda tu pie.

Dejaré que llenes tus bolsillos por momentos, solo para que veas todo lo que aún no puedes comprar. Y verás cómo puedo ser un Dios cruel y vengativo al darte fe y esperanza cuando toques fondo.

Así será mi maldición: recibirás un corazón que pueda sentir felicidad y una mente olvidadiza, distraída y ansiosa que no sabrá apreciarla.

Ahora, ve y encuentra a alguien que escriba esta historia y dile que así fue como te expulsé del paraíso.

 


Nota: recordé a Saramago en su Evangelio según Jesucristo, cuando plantea que si realmente dios quería encarnarse en un humano, era porque Él mismo ya era humano.