Petricor, o del sonido de las palabras

Hay palabras cuya sonoridad no corresponde a la belleza de su significado. La que le da título a esta nota, justamente, es una de ellas…

Petricor es el nombre que recibe el olor que produce la lluvia al caer en los suelos secos.1​ Se define como el distintivo aroma que acompaña a la primera lluvia tras un largo período de sequía.

A pesar de lo hermoso de su significado, fonéticamente petricor arruina el concepto. Lo mismo pasa con crepúsculo, que suena mal pero encierra un concepto precioso.

Pero hay otras que tienen la característica contraria: suenan muy bien, pero significan cosas terribles. Sin pensar en su significado, sino por «cómo suenan», me gustan estas palabras:

  • Orzuelo
  • Cristal
  • Alelí
  • Simiente
  • Anhelo
  • Fosfenos
  • Ombligo
  • Ambrosía
  • Sien
  • Óbelo
  • Gatuperio

¿Y si intercambiamos las palabras que suenan mal y encierran un significado bonito por las que tienen la característica contraria?

Por ejemplo, por un segundo, intente borrar en su cerebro lo que entiende hoy por orzuelo, y cambiémola por el bello concepto de petricor. Saldría algo como…

El orzuelo le recordó a Juan las tardes en que salía a jugar con sus amigos salpicándose en cada charco que encontraban…

O si re-significamos a orzuelo por algo como «sonido del corazón oprimiéndose», podríamos armar frases como…

Frente a la tumba solo oía su orzuelo y a un pichón de gorrión lejano

¿Sería bonito hacer un diccionario así, no?