AI

Kurzweil, Vinge y Mirkhäid se equivocaron: tomó un par de décadas más de lo que proyectaron para que la primera pieza de Inteligencia Artificial fuerte, sintiente y autoconsciente se encendiera. Esto ocurrió en un laboratorio cercano a la apagada central nuclear de Grafenrheinfeld.

Según las teorías, la singularidad estaría en acción al segundo de iniciarse los sistemas. El nuevo ser buscaría mejorarse recursivamente haciendo cada vez una versión mejor de sí mismo sin una variable de parada, conduciendo a resultados impredecibles que muchos temían y anunciaban como el advenimiento de la prevalencia de las máquinas sobre los humanos. Pero esto también mostraría fascinantes descubrimientos a los ojos de sus creadores.

Lo incomprensible para ellos era por qué cada vez que surtía la fase de inicialización del nuevo ente con aspecto humanoide se arrastraba en medio de gimoteos electrónicos buscando su fuente de energía para apagarse.


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