Selfies

Bioy Casares denunció que había pueblos en donde aterraba la idea del daguerrotipo –forma primordial de la fotografía– porque la transferencia de la imagen suponía la transferencia del alma.

Tenían razón en el concepto, pero no en la medida: se pudo comprobar que era la cantidad de reproducciones de la imagen lo que hacía que el cuerpo original se vaciara con mayor o menor intensidad cuando se le reproducía en una imagen.

El Cristo Muerto fue el primero en ser vaciado de su alma por culpa de Messina. Lo sintieron también la esposa del Giocondo debido a Leonardo, y la Maja duquesa del Alba por culpa de Goya.

En tiempos posteriores fueron los bufones del reino (ahora llamados «celebridades») quienes perdieron el alma cuando sus fotografías empezaron a rodar por las revistas impresas del mundo entero.

Los políticos, que de alma ya poco tenían, al ser reproducidos en periódicos y noticiarios aprovecharon el vacío que quedaba en su pecho para llenarlo de ignominia y vulgaridad.

Con la irrupción digital la transferencia del alma a la imagen se consumó.

Ahora, cascarones de seres humanos van por ahí, documentando con selfies sus vidas vacías.