Wiegenlied

Rahid nació en Comilla cinco años antes de que sus padres se conocieran. A los ocho, su profesor de música lo llevó al conservatorio para que hicieran el diagnóstico: Rahid sufría del don del oído absoluto.

Con unos pocos años de entrenamiento fue capaz de darle nombre de tono musical a cualquier cosa audible: su padre le hablaba en Mi, el teléfono sonaba en Fa sostenido y su hermano recién nacido lloraba en una extraña séptima de Si.

Sabía exactamente en qué momento la comida estaba lista por el sonido del aceite sofreído en Re e identificaba a su gato por el ronroneo en Sol menor.

No pudo estudiar formalmente la música: todos los instrumentos le sonaban desafinados y solo podía limpiar sus oídos con el Wiegenlied de Brahms o haciendo resonar el Mi de su diapasón.

Murió un par de años antes de que su hijo naciera. Lo llamaron también Rahid, nombre que al pronunciarse con amor resuena en un La perfecto.


Notas:

  • El oído absoluto me genera mucha curiosidad. Lo tuvo Mozart y muchos grandes músicos (aunque hay correlación con el talento, no hay causalidad: alguien con oído absoluto puede no desarrollar talento y gusto para la música, así como alguien con gran capacidad pulmonar no le guste nadar).
  • Los sonidos aquí descritos (el teléfono, las voces, el llanto, el ronroneo y hasta el aceite hirviendo) están en rangos específicos de frecuencias auditivas que pueden relacionarse fácilmente con notas musicales.
  • El protagonista nace en Comilla (Bangladesh), donde también nació Ali Akbar Khan. Este músico clásico hindú afinaba a una frecuencia de 268.8 (en la mitad del camino del Do al semitono posterior).
  • La Wiegenlied de Brahms es un caso maravilloso: ¿cómo una canción de cuna que enlaza a dos seres humanos (madre e hijo) de una forma tan automática y perdurable?
  • No, el protagonista no era adoptado. Hay algo de taumaturgia en la forma en que el cosmos lo replicaba. Este motivo lo desarrollaré en otros cuentos.