De la Toma de Decisiones y la Esclavitud

Aprender a delegar puede ser uno de las tareas más difíciles para los emprendedores, ego-maniacos y enfermos del control como yo.

Desde hacer un par de semanas estoy haciendo «refresh» tecnológico a los servidores de actualicese.com. El proceso consiste, en términos simples, en mejorar la planta tecnológica actual. Como se podrá suponer, el proceso es más complejo que lo resumido en estas líneas.

La cuestión es que es la primera vez que no lo hago con mis manos, sino que lo delego. Y a pesar de lo competente que es quien se encarga ahora del tema, el hecho de estar viendo los toros desde la barrera (me obligué a hacerlo para no entorpecer el proceso) es una literal tortura.

Pero todo está saliendo bien. Se cometieron errores, algunos tontos, otros imprevisibles, pero todos con una lección incluída. Y a pesar de saber muchas respuestas, esta semana, cada vez que se me hacía una pregunta, repito como un loro: «Google es tu amigo«.

La cuestión es que si no dejaba actuar al responsable y no le hubiera dado la posibilidad de cometer errores, ni de tomar sus propias decisiones, el no hubiera aprendido y aprehendido todos los detalles que serán necesarios de ahora en adelante para hacer mantenimiento a dichos servidores.

Este proceso trae dos lecciones:

  • Monopolizar el poder de decisión nos hace esclavos de los detalles. Para que alguien realmente pueda ser responsable de algo, debe tener el poder de tomar decisiones y asumir el control de las minucias.
  • Hay que dejar que los demás cometan sus errores, a pesar de que tengamos la respuesta a la mano. Es la única forma para que terminen sabiendo más que uno, lo cual garantiza tranquilidad futura.

Si esto termina bien (y estoy seguro que lo hará), habré dado un paso importante en mi rutina de 12 pasos para acabar con el delirio de control que tanto daño puede hacer a mi empresa.