¡Sí juegan a los dados!

Jehrm, Príncipe de las Luces Lejanas, tomó los dados en su turno al monopolio.

– ¡Siete!- celebró, y anunció a su compañero de mesa -Lo siento mucho, pero voy a robarte esa casilla.

– Bah, róbatela. Ya está echada a perder –dijo Dios-Alah-Yavwé.

Después de tantos eones, las tardes cósmicas dejaban de ser monótonas cuando los dioses se reunían a apostar sus creaciones en una mesa jugando, algo que daba alternativa al gran bostezo celeste.

– A propósito: –dijo resignado, mientras quitaba su ficha roja– No se les ocurra darles libre albedrío. No hay miles de años suficientes para que aprendan a usarlo.

Entonces, Dios-Alah-Yavwé entregó a Jehrm la casilla pintada con una imagen de la Tierra.