Las técnicas de negociación de los indios que tumbaron a los holandeses en Manhattan
La historia de la compra en 1626 de la isla de Manhattan a los indios algonquinos es fascinante, y demuestra la importancia de la colonización de espacios para fortalecer la posición de negociación. La historia de dicha negociación está documentada en The 50 Best (and Worst) Business Deals of All Time, y su resumen es el siguiente:
Peter Minuit, representante del gobierno holandés, compró a los indios algonquinos la isla de Manhattan por 60 florines (como 25 dólares de hoy), 10 pieles de castor, una carga de tela, hachas y artículos por el valor actual de 72 dólares.
Este negocio fue buenísimo. Pero para los indios.
Uno pensaría que obtener una isla como Manhattan (en ese momento llamaba “Nueva Holanda” y que después de 50 años pasó a manos de los ingleses, que la bautizaron “New York”) por semejante bicoca es un negociazo.
Pues no. Porque la isla no era de los indios. Iban de paso, se asentaron un tiempo, y vendieron su propiedad a los holandeses. De hecho, hay fuentes históricas que afirman que la isla fue vendida 6 veces.
Ahora, hay que ver la historia desde ambos lados: los holandeses compraron realmente tranquilidad y paz, porque de no pagar ese valor hubieran tenido que invadir a la fuerza.
De cualquier forma, queda claro que los indios algonquinos lograron cimentar una posición negociadora privilegiada al tener el control del territorio, lo cual no es muy distinto de lo que hacen muchas compañías 2.0 que primero se generan un nicho para después vender su posición a otros actores más grandes.
Esa es otra forma de ver el emprendimiento: no sólo es hacer empresa, sino conquistar y colonizar nichos, para así generarse una posición fuerte que le dé espacio de negociación posterior.
Claro que no estaría mal contar con un negociador algonquino. Porque en eso, evidentemente, no eran nada subdesarrollados.
En este lugar pongo mis notas: ideas de negocio, pensamientos en borrador, pedazos de ensayos, citas a trabajos de otros y pequeños relatos (publicados y sin publicar).
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8 Sep 2011
Las técnicas de negociación de los indios que tumbaron a los holandeses en Manhattan
La historia de la compra en 1626 de la isla de Manhattan a los indios algonquinos es fascinante, y demuestra la importancia de la colonización de espacios para fortalecer la posición de negociación. La historia de dicha negociación está documentada en The 50 Best (and Worst) Business Deals of All Time, y su resumen es el siguiente:
Peter Minuit, representante del gobierno holandés, compró a los indios algonquinos la isla de Manhattan por 60 florines (como 25 dólares de hoy), 10 pieles de castor, una carga de tela, hachas y artículos por el valor actual de 72 dólares.
Este negocio fue buenísimo. Pero para los indios.
Uno pensaría que obtener una isla como Manhattan (en ese momento llamaba “Nueva Holanda” y que después de 50 años pasó a manos de los ingleses, que la bautizaron “New York”) por semejante bicoca es un negociazo.
Pues no. Porque la isla no era de los indios. Iban de paso, se asentaron un tiempo, y vendieron su propiedad a los holandeses. De hecho, hay fuentes históricas que afirman que la isla fue vendida 6 veces.
Ahora, hay que ver la historia desde ambos lados: los holandeses compraron realmente tranquilidad y paz, porque de no pagar ese valor hubieran tenido que invadir a la fuerza.
De cualquier forma, queda claro que los indios algonquinos lograron cimentar una posición negociadora privilegiada al tener el control del territorio, lo cual no es muy distinto de lo que hacen muchas compañías 2.0 que primero se generan un nicho para después vender su posición a otros actores más grandes.
Esa es otra forma de ver el emprendimiento: no sólo es hacer empresa, sino conquistar y colonizar nichos, para así generarse una posición fuerte que le dé espacio de negociación posterior.
Claro que no estaría mal contar con un negociador algonquino. Porque en eso, evidentemente, no eran nada subdesarrollados.
Fuente: Craig, Michael. The 50 Best (and Worst) Business Deals of All Time.
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