Surprise

Aún aturdido por el ruido del camión que justo le había pasado por encima, Luis se levantó.

Las nubes que veía no eran humo. Eran nubes blancas, argentinas.

La música que oía no era la que salía de sus audífonos justo antes de… ¿morir?. Eran arpas. Era música celestial.

Confirmó sus sospechas de dónde estaba cuando un anciano de pelo y barba albina, vestido en una túnica más reluciente aún, se le acercó.

«¡Bienvenido, Luis! Cuéntanos, ¿qué te parecieron todos esos años que pasaste en el cielo?».