16 Nov 2016
El Contador Público y su actualización con Inteligencia Artificial (Parte 1)
Actualícese viene usando técnicas de Big Data y Analytics desde hace un buen tiempo
Cuando decidimos hace ya más de una década, convertirnos en una compañía de conocimiento, la tecnología y el desarrollo de algoritmos que nos permitieran comprender mejor nuestro entorno se integraron irreversiblemente a nuestra operación.
Iniciamos, como pocos en nuestra industria editorial, recopilando de todas las formas posibles los puntos de interacción de los Contadores Públicos con el conocimiento que necesitaban para hacer su trabajo. Nuestros primeros pinitos en el tema nos permitieron saber qué búsquedas se hacían en nuestro portal, para así presentar datos más útiles. Ahí descubrimos que no necesariamente cada Contador Público sabe lo que necesita, sino que nos buscaba para que le indicáramos qué necesitaba saber. Entendimos lo fundamental que era nuestro Boletín Diario de Actualización, que a partir de lo arrojado por los «robotcitos rastreadores» (como le llamábamos en ese tiempo) descubrimos, no solamente los temas más importantes, sino cuándo eran importantes.
Corroboramos que las necesidades del Contador Público se basaban en una estacionalidad determinada no solamente por la Dirección de Impuestos y decenas de entes gubernamentales que exigen información a la empresa, sino por las necesidades variables de las grandes empresas en términos de gestión corporativa. De ahí, el primer gran cambio hace una década: enviar un Boletín Diario distinto cada día, dependiendo de lo que nuestro usuario necesitaba y estaba en disposición de recibir dependiendo del calendario.
Así, al día de hoy no solamente moldeamos la información en bloques de requerimientos gubernamentales (por ejemplo, en febrero y marzo nuestros usuarios necesitan más información sobre Declaración de Renta de Personas Jurídicas; y muchos de ellos, para poder salir de vacaciones en verano, empiezan temprano las Declaraciones de Renta de las Personas Naturales que son exigibles hasta Agosto); también categorizamos los envíos de todas nuestras comunicaciones digitales basados en las preferencias de la mayoría de ellos: nuestros editores envían la información legal los lunes; la tributaria los martes; la de contabilidad y normas internacionales los miércoles; los jueves tratamos los temas financieros, de auditoría, revisoría y control; lo que es útil para contribuyentes primíparos los día viernes; y al final de la semana enviamos un sendo resumen para los lectores juiciosos de los domingos (que los hay, y muchísimos).
Una década después la evolución es notable.
Con la migración de nuestros sistemas de bases de datos a un esquema no estructural más entendible por parte de las máquinas que analizan datos, cada mañana hay unos algoritmos súper poderosos que estudian la interacción de nuestros usuarios del día anterior con todos nuestros puntos de contacto, incluyendo el portal, los eventos presenciales, las compras en la tienda, las llamadas a nuestra mesa de ayuda, las preguntas en las redes sociales y un largo etcétera.
Con la información que extractan, moldean la forma como cada quien recibe nuestra información.
En poco tiempo, los Contadores Públicos van a ver esa diferencia de una forma notable: toda la información que reciban de Actualícese será la que necesite saber individualmente.
Sabemos, por ejemplo, que un colega que asesore Pymes necesita una versión distinta de las Normas Internacionales de la Contabilidad para el tamaño de las empresas que asesora; igual, las Normas de Auditoría no son para todos, y una respuesta que puede ser válida técnicamente en el contexto de un Gran Contribuyente es inaplicable en el caso de una Entidad Sin Ánimo de Lucro.
Eso lo sabemos los Contadores, pero hasta hoy, las máquinas no.
En conjunto, todos (incluyendo a nuestros usuarios, investigadores, proveedores y toda la cadena de suministro de soluciones que lideramos) hemos trasladado colectivamente esa información a un sistema de inteligencia artificial primario que hemos entrenado y ya nos ayuda hace varios meses, con resultados sorprendentes, en un despliegue amplio pero cuidadoso por todos los puntos en que nuestros usuarios interactúan con Actualícese.
La mejor tecnología es la que no se ve.
No será raro que al llegar a un evento nuestro un sistema le indique al acomodador que nuestro asistente prefiere sentarse en el pasillo, o más cerca al conferencista porque es usual que haga preguntas. Incluso, si tiene problemas de visión, nos indique con anticipación que debemos acercarlo más, o si lleva siempre su portátil, tenerle cerca una toma de corriente. O tampoco será lejando el día en que la Revista mensual que reciben nuestros suscriptores tenga artículos preseleccionados por el editor debido al historial de intereses que el lector ha demostrado.
La clave aquí es la precisión y la sutileza en su manejo. El despliegue general de estos sistemas toma tiempo, pero nos tiene muy ilusionados el estar cada vez más cerca de entregarle a nuestros usuarios la información más útil y más relevante, para así hacerle mejor su vida.
En otro artículo explicaré en más detalle el reto que la implementación de estas tecnologías supone frente a las necesarias normas de privacidad que deben ser preservadas.
Hasta la próxima,
Juan Fernando Zuluaga C.
Director Ejecutivo
Actualícese
27 Ene 2017
Desarrollando el Pensamiento Estratégico
En la estructura orgánica de mi empresa he peleado mucho con la diferenciación de cargos y salarios, de tal forma que sea lo más justo para el trabajador y ajustado a la realidad de su aporte al desarrollo de los objetivos institucionales.
En esto último encontré una epifanía hace ya un tiempo: descubrí que la realidad del aporte del director, gerente o líder a la empresa estaba ligado directamente a su capacidad de desarrollar un tipo de pensamiento distinto al que se requiere en áreas plenamente operativas: era el pensamiento estratégico.
Elevarse para ver mejor
Si se me permite la analogía, quien piensa estratégicamente es capaz de subirse a un helicóptero y ver el bosque desde la altura: desde ahí podrá ver caminos escondidos, preveer incendios y hacer un diagnóstico mucho más amplio que si se quedara en tierra.
Y esta habilidad es invaluable en la empresa: es lo más cercano a tener un brujo con una bola mágica capaz de ver el futuro. Y es que lo ven: en el área de Investigación y Desarrollo lo he visto en quienes trabajan con Big Data (el análisis de conjuntos masivos de datos que permiten inferir tendencias y calcular proyecciones); en Mercadeo y Ventas en quienes son capaces de poner metas realistas que después puedan ser disgregadas en matrices de productos, precios y plazas que realmente puedan cumplirse; en Servicio al Cliente en quienes pueden ver más allá de un indicador de gestión de satisfacción, para anticipar las necesidades de un cliente al punto que no sea necesaria su intervención, en una actitud proactiva que rara vez se encuentra.
En general, en las escalas de valor organizacional, sin duda, el desarrollo del pensamiento estratégico debería estar en el punto más alto de las prioridades.
¿Se nace o se hace?
Ahí está el quid del asunto: ambas son una realidad. He visto jóvenes empresarios y trabajadores que gozan de esta rara virtud. De alguna forma que ni ellos pueden explicar, preveen algo que a nadie se le ha ocurrido, encuentran un patrón invisible para los demás, y no es raro que dejen confundidos a todos en la reunión con cara de «¿y a este cómo se le ocurren estas cosas?».
Pero hay otros que lo logran a través del ejercicio juicioso del análisis y el «subirse al helicóptero» a ver lo que no es posible desde el suelo. Siguiendo con mi analogía del bosque, al estar a ras de tierra vemos grandes troncos, enredados caminos (si es que hay uno), ramas y vegetación frondosa. Todo eso desaparece al elevarnos y subir más a allá de las copas de los árboles: de pronto aparece un camino que no habíamos visto, un peligro cercano camuflado en el follaje o un necesario y aliviador oasis a solo unos metros.
En la realidad institucional, y para los gerentes de ventas y mercadeo, consiste en ver desde la meta de ventas cuáles mecanismos permitirán alcanzarla; en áreas de gestión y operativas es más importante encontrar un patrón en la eficiencia asertiva y la utilización óptima de recursos; en tecnología, no tengo la menor duda, montar al usuario y al resultado final esperado en el helicóptero y ver desde ahí la distancia desde el punto inicial al esperado oasis; y así, en general, cada área de la organización necesita una dosis de pensamiento estratégico que alivie su carga y mejore la gestión.
Una noticia buena y una mala
La buena noticia es que una vez se desarrolla este tipo de visión corporativa, los resultados se ven casi de inmediato. La mala es que encontrar patrones, diferenciar lo urgente de lo importante, desarrollar habilidades predictivas, enfocar los resultados causales de las correlaciones, meterle creatividad y priorizar sin meter la pata (en la menor cantidad de ocasiones posible) requiere de mucho trabajo (si no ha nacido con ellas) y un ambiente corporativo que permita su desarrollo.
Con ello, en la jerarquía institucional ya no será tan difícil encontrar su lugar, y subir en ella será orgánico y natural. Por lo menos en la mía.