Velocidad en la toma de decisiones: una cosa es Harry Potter, otra CNN
Hace un par de semanas hubo un cambio fuerte en el ambiente tributario en mi país (que es lo que cubrimos en actualicese.com). Dicho cambio requería una reacción rápida y contundente para abordar un mercado que necesitaba una solución urgente. La decisión se analizó con velocidad (y nos tomó alrededor de una noche) y las acciones se ejecutaron en cuestión de un par de días.
Tres días después teníamos un producto listo para ser comercializado, y terminó siendo un hit enorme.
Un par de semanas después tuvimos una contingencia parecida (la legislación tributaria en Colombia es MUY volátil, y quienes están sujetas en su ejercicio profesional a sus vaivenes deben resolver sus dudas rápido) y basados en el ejercicio anterior, atacamos duro el mercado con un producto que nos tomó desarrollar el mismo tiempo.
Terminó siendo un fracaso.
¿Qué había cambiado? Le gasté mucha cabeza a eso… ¿qué pudo pasar si todas las variables eran similares, las necesidades del mercado eran urgentes, y la conformación del producto tenía un nivel de complejidad bajo para nuestra capacidad de producción?
La razón: la velocidad de la respuesta.
Sí, en ambos casos la velocidad fue similar, pero en el primer estábamos trabajando sobre una situación ya decantada que pudimos analizar rápido. Pero ojo: la situación ya estaba estable, ya las circunstancias exógenas del mercado no variaban con velocidad.
En la segunda ocasión estábamos actuando «en caliente», mientras las circunstancias estaban desarrollándose bajo nuestras narices.
Para hacer una analogía simple, en el primer caso era como si hiciéramos la película de una novela recién salida al mercado. En el segundo caso, era como producir un noticiero en vivo. En la novela, ya sabemos que el entorno no cambiará: el final ya está escrito. En el noticiero no tenemos idea qué puede suceder, pero tenemos un plan para manejar cualquier contingencia.
“Las decisiones rápidas acertadas se pueden tomar mientras las situaciones se hayan decantado”Tweet This
Las decisiones rápidas acertadas se pueden tomar mientras las situaciones se hayan decantado. Las decisiones en caliente se toman mientras el proceso aún está en desarrollo. En ambos casos se pueden tomar buenas decisiones, pero lo que no podemos hacer es tratar un noticiero bajo los supuestos de una novela (que fue lo que hice en el segundo caso que comentaba arriba).
Si el mercado aún está inestable, es mejor no tomar decisiones rápidas
En el caso de la Escuela Nocturna de Actualización, que fue exitoso, la normatividad ya estaba definida y no cambiaría (al menos dramáticamente) en mucho tiempo. Por ello, era posible tomar las decisiones rápidamente. Era como si nos hubiéramos lanzado a hacer una película de Harry Potter: ya el libro había sido un éxito, el contenido del libro no cambiaría, y el mercado estaba listo para recibirlo: la decisión rápida de producirlo velozmente estaba casi asegurada.
En el caso del otro producto (del cual no tengo enlace porque lo bajamos del aire en cuestión de días), al salir nuestro mercado objetivo no estaba seguro que las normas no variarían. No había estabilidad en el mercado en ese momento. Nos apresuramos y pagamos el precio. Era como producir un Noticiero en vivo, cuyo contenido podía cambiar en cualquier momento… lo cual no tendría ningún problema, si no fuera porque nuestro público estaba esperando que le contáramos una novela, no una «noticia en desarrollo».
Aprender cuesta, pero no hay otra forma
“Los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada”Tweet This
Los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada, lo he repetido muchas veces, así que no le tengo temor a este tipo de errores. Le tengo temor a no aprender de ellos.
¿Y qué aprendimos?
Que hay que afinar el olfato para determinar si una situación de mercado está estable o no. Si las variables ya están decantadas, si el mercado aún no está paralizado por el miedo al cambio.
Saber diferenciar estos dos escenarios es vital para una correcta toma de decisiones cuando el mercado apremia y hay una oportunidad por explotar.
En este lugar pongo mis notas: ideas de negocio, pensamientos en borrador, pedazos de ensayos, citas a trabajos de otros y pequeños relatos (publicados y sin publicar).
Si le gusta un cuento, por favor cuénteme por algunared social; o si alguna idea de negocios le produce dinero, me debe un café. En eso soy irreductible.
26 Nov 2013
Velocidad en la toma de decisiones: una cosa es Harry Potter, otra CNN
Hace un par de semanas hubo un cambio fuerte en el ambiente tributario en mi país (que es lo que cubrimos en actualicese.com). Dicho cambio requería una reacción rápida y contundente para abordar un mercado que necesitaba una solución urgente. La decisión se analizó con velocidad (y nos tomó alrededor de una noche) y las acciones se ejecutaron en cuestión de un par de días.
Tres días después teníamos un producto listo para ser comercializado, y terminó siendo un hit enorme.
Un par de semanas después tuvimos una contingencia parecida (la legislación tributaria en Colombia es MUY volátil, y quienes están sujetas en su ejercicio profesional a sus vaivenes deben resolver sus dudas rápido) y basados en el ejercicio anterior, atacamos duro el mercado con un producto que nos tomó desarrollar el mismo tiempo.
Terminó siendo un fracaso.
¿Qué había cambiado? Le gasté mucha cabeza a eso… ¿qué pudo pasar si todas las variables eran similares, las necesidades del mercado eran urgentes, y la conformación del producto tenía un nivel de complejidad bajo para nuestra capacidad de producción?
La razón: la velocidad de la respuesta.
Sí, en ambos casos la velocidad fue similar, pero en el primer estábamos trabajando sobre una situación ya decantada que pudimos analizar rápido. Pero ojo: la situación ya estaba estable, ya las circunstancias exógenas del mercado no variaban con velocidad.
En la segunda ocasión estábamos actuando «en caliente», mientras las circunstancias estaban desarrollándose bajo nuestras narices.
Para hacer una analogía simple, en el primer caso era como si hiciéramos la película de una novela recién salida al mercado. En el segundo caso, era como producir un noticiero en vivo. En la novela, ya sabemos que el entorno no cambiará: el final ya está escrito. En el noticiero no tenemos idea qué puede suceder, pero tenemos un plan para manejar cualquier contingencia.
Las decisiones rápidas acertadas se pueden tomar mientras las situaciones se hayan decantado. Las decisiones en caliente se toman mientras el proceso aún está en desarrollo. En ambos casos se pueden tomar buenas decisiones, pero lo que no podemos hacer es tratar un noticiero bajo los supuestos de una novela (que fue lo que hice en el segundo caso que comentaba arriba).
Si el mercado aún está inestable, es mejor no tomar decisiones rápidas
En el caso de la Escuela Nocturna de Actualización, que fue exitoso, la normatividad ya estaba definida y no cambiaría (al menos dramáticamente) en mucho tiempo. Por ello, era posible tomar las decisiones rápidamente. Era como si nos hubiéramos lanzado a hacer una película de Harry Potter: ya el libro había sido un éxito, el contenido del libro no cambiaría, y el mercado estaba listo para recibirlo: la decisión rápida de producirlo velozmente estaba casi asegurada.
En el caso del otro producto (del cual no tengo enlace porque lo bajamos del aire en cuestión de días), al salir nuestro mercado objetivo no estaba seguro que las normas no variarían. No había estabilidad en el mercado en ese momento. Nos apresuramos y pagamos el precio. Era como producir un Noticiero en vivo, cuyo contenido podía cambiar en cualquier momento… lo cual no tendría ningún problema, si no fuera porque nuestro público estaba esperando que le contáramos una novela, no una «noticia en desarrollo».
Aprender cuesta, pero no hay otra forma
Los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada, lo he repetido muchas veces, así que no le tengo temor a este tipo de errores. Le tengo temor a no aprender de ellos.
¿Y qué aprendimos?
Que hay que afinar el olfato para determinar si una situación de mercado está estable o no. Si las variables ya están decantadas, si el mercado aún no está paralizado por el miedo al cambio.
Saber diferenciar estos dos escenarios es vital para una correcta toma de decisiones cuando el mercado apremia y hay una oportunidad por explotar.
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