No profesar una creencia religiosa no nos impide ver la belleza que trae el arte religioso como expresión emotiva de los sentimientos de las épocas.
Y el Cristo Muerto Sostenido por un Ángel (1475) de Antonello de Messina (1430 – 1479, Messina, Italia) es uno de esos ejemplos. Lo que me sorprende es la capacidad de generarnos empatía inmediata, como una especie de transferencia emocional directa, atravesando el tiempo y la distancia.
En «Theories of Art: From Impressionism to Kandinsky«, Moshe Barasch nos ayuda diferenciando dos tipos de empatía provocada por el arte: una, que es natural si a lo que reaccionamos es a lo que expresa la obra (como el estremecimiento que nos produce un Guernica); la otra es nuestra reacción a la forma como se presentan los elementos de la obra (así como reaccionamos a la belleza de una naturaleza muerta).
Barash lo describe así:
Y eso me lleva a esta obra de Messina: hay algo en ella que combina ambos tipos de empatía. Podemos sentir el dolor del ángel al sostener a un Cristo realmente muerto (que es la emoción primaria que parece querer transmitir el autor), y una cantidad importante de elementos en la composición que estremecen cuando o detallamos (las calaveras dispersas, las cruces desmontadas del monte del calvario, los árboles cortados de donde salieron las cruces, la manta respetuosa de la intimidad de Cristo, el ángel que nunca toca su piel, el cabello y los rizos caídos aún húmedos del cristo y el ángel, su sangre casi coagulada y la expresión de muerte, por nombrar algunos).
Ambos modos de empatía en una sola obra.
Es asombroso como el ser humano puede ser impactado en tantos niveles, tanto con la belleza como el dolor, desde algo tan lejano como una representación artística.
En este lugar pongo mis notas: ideas de negocio, pensamientos en borrador, pedazos de ensayos, citas a trabajos de otros y pequeños relatos (publicados y sin publicar).
Si le gusta un cuento, por favor cuénteme por algunared social; o si alguna idea de negocios le produce dinero, me debe un café. En eso soy irreductible.
13 Ago 2017
Arte y Empatía
No profesar una creencia religiosa no nos impide ver la belleza que trae el arte religioso como expresión emotiva de los sentimientos de las épocas.
Y el Cristo Muerto Sostenido por un Ángel (1475) de Antonello de Messina (1430 – 1479, Messina, Italia) es uno de esos ejemplos. Lo que me sorprende es la capacidad de generarnos empatía inmediata, como una especie de transferencia emocional directa, atravesando el tiempo y la distancia.
En «Theories of Art: From Impressionism to Kandinsky«, Moshe Barasch nos ayuda diferenciando dos tipos de empatía provocada por el arte: una, que es natural si a lo que reaccionamos es a lo que expresa la obra (como el estremecimiento que nos produce un Guernica); la otra es nuestra reacción a la forma como se presentan los elementos de la obra (así como reaccionamos a la belleza de una naturaleza muerta).
Barash lo describe así:
Y eso me lleva a esta obra de Messina: hay algo en ella que combina ambos tipos de empatía. Podemos sentir el dolor del ángel al sostener a un Cristo realmente muerto (que es la emoción primaria que parece querer transmitir el autor), y una cantidad importante de elementos en la composición que estremecen cuando o detallamos (las calaveras dispersas, las cruces desmontadas del monte del calvario, los árboles cortados de donde salieron las cruces, la manta respetuosa de la intimidad de Cristo, el ángel que nunca toca su piel, el cabello y los rizos caídos aún húmedos del cristo y el ángel, su sangre casi coagulada y la expresión de muerte, por nombrar algunos).
Ambos modos de empatía en una sola obra.
Es asombroso como el ser humano puede ser impactado en tantos niveles, tanto con la belleza como el dolor, desde algo tan lejano como una representación artística.
Bien podría volverse el arte una religión, como se ha discutido tanto.
Enlace para compartir: