Carta angustiada a un artista que encontró la paz

Yo digo que embistas…

…porque veo que crees haber encontrado tu felicidad en la contemplación y la claridad de tu mente; y eso es un contrasentido obvio: en la cima de la autoconsciencia está la sima de la imaginación.

Borracho de ella no darás a luz nada que nos pueda alimentar. En la quintaesencia de la serenidad también está la angustia de la anticipación de su fin: la paz está en la cola de un perro que se la persigue y termina aturdido.

Verás: te estás llenando tanto de tí mismo que nos estás dejando sin tí.

Y yo digo que abandones la flema y abraces el ruido, con una estruendosa detonación. Yo digo que sueltes amarras y dirijas tu nave a la tormenta, y dejes que se nuble tu mente y que haya oscuridad y relámpago. Embríagate de otros, de nosotros, de amor y de horror, de poetas muertos y cantores vivos, de humanos y flores.

Deja de esconderte en la calma.

¡Embiste!