Juntos

Para hacer cosas juntos, los humanos requerimos compromiso de todas las partes involucradas. Y hemos encontrado maneras de asegurarlo, a través de contratos y de pactos.

Los contratos sirven cuando está en juego poder o dinero, que son juegos de suma cero: si alguno gana, otro cede.

El pacto es distinto…

En un contrato, haces un intercambio, que es en beneficio del interés propio de cada uno. … Un pacto no es así. Es más como un matrimonio que un intercambio. En un pacto, dos o más partes, cada una de las cuales respeta la dignidad e integridad de la otra, se unen en un vínculo de lealtad y confianza para hacer juntas lo que ninguna puede hacer sola. Un pacto no se trata de mí; se trata de nosotros. Un pacto no se trata de intereses; se trata de identidad. Un pacto no se trata de mí, el votante, ni de mí, el consumidor, sino de todos nosotros juntos.

Rabino Jhonatan Sacks, The Bond of Loyalty and Love

El Leviatán cambió el pacto por el contrato social.

Si el estado (poder) y el mercado (dinero) son lugares de competencia, y la sociedad es de cooperación, es claro que la política -que regula los compromisos para que todos hagamos cosas juntos- debe ser vehículo para diferenciar en dónde va cuál.

La política del juego de los contratos de suma cero podría volver a pactos, para que los humanos podamos volver a hacer cosas juntos.