19 Ago 2022
Steve Jobs: «Nike no vende zapatos. Ellos honran a los grandes atletas»
Steve Jobs presentando el concepto «Think different» en 1997.
Es una gran charla sobre mercadeo.
19 Ago 2022
Steve Jobs presentando el concepto «Think different» en 1997.
Es una gran charla sobre mercadeo.
4 May 2022
El mercadeo debe enfocarse en darle a la gente lo que quiere. Llevar a un grupo de personas a conectar su deseo con nuestro producto, y al final, si lo hacemos bien, que lo recomiende.
La interrupción para lograr atención es un atajo, pero ninguna ruta larga es eficiente si nos mantenemos saliendo del camino.
La interrupción permanente sacrifica confianza en busca de relevancia, y por lo tanto es insostenible. Trae resultados en el corto plazo, pero no es consensuada.
Minimizar la interrupción para lograr la atención del cliente/usuario implica dar un mejor servicio y una historia para contar. Y ese, al final, es el resultado de un buen mercadeo.
7 Nov 2017
Cuando presento el caso de uso de Actualícese en Facebook siempre hago énfasis en cómo le sacamos jugo a su algoritmo, lo cual expliqué en este hilo de Twitter (al igual que hice sobre Instagram).
En resumen: dado el alto volumen de información que publicamos a diario, no podemos difundirlo sin saturar las redes sociales. Esto nos preocupó durante mucho tiempo, hasta que vimos que el algoritmo que prioriza la información de Facebook hace un trabajo más que decente en entregarle a los usuarios la información en los horarios en que realmente leen nuestro tipo de contenido (y es comprensible, dado que la lecturabilidad es el negocio de ellos y el nuestro).
Además, también cuento un truco que usamos para generar más interacciones con nuestros posts en horas que no lo estamos atendiendo…
La transcripción del hilo está a continuación…
26 Oct 2017
La forma como percibimos el mundo ha cambiado, y también cómo lo medimos. Para planear, primero medíamos un pedazo de la información que podíamos recolectar y analizábamos. Ahora debemos desaprender todo eso.
Esclavos de la causalidad («cuando X tiende a Y, debo hacer Z»), buscábamos precisión en las muestras de los datos para inferir el futuro, extrapolando sábanas de información que después doblábamos para quitarles las arrugas sin importar cuánto tiempo tomara, y así entregar una manta del tamaño de una servilleta planchada y templada; felices, la usábamos para predecir y proyectar. Y como no teníamos datos, extraíamos muestras, encuestábamos y derivábamos. Si algo salía mal, la causalidad nos mostraba que el error estaba en la muestra; si salía bien, el éxito era la proyección.
Siervos del miedo al error, invertimos millones en mejorar los datos y mejorar los artefactos encuestadores, sin ver que la proyección misma era la que estaba sujeta al error, por una razón tan grande como el mismo concepto de causalidad: por querer ver el detalle, nos volvimos ciegos al entorno. Fue una elección consciente en donde resignamos panorama por precisión. Éramos miopes a propósito, sin poder ver el bosque por estar tan cerca de los árboles.
Pero el análisis de las causas tiene alternativa: se puede reemplazar por el análisis de las correlaciones. Si X cambia, ¿qué tan probable es que Y también lo haga?
Esto no implica solo un cambio en la forma de hacernos las preguntas, sino en la forma como queremos llegar a los resultados. El objetivo deja de ser obtener soluciones más precisas: ahora queremos tener más soluciones.
Los datos masivos, el Big Data, suponen un cambio fundamental en la forma de abordar los problemas. Con ese enfoque damos por supuesto el exceso de información, sabiendo que tendremos más de la que podríamos procesar para encontrar causalidad. Con muchos datos, podemos entrecerrar los ojos, alejarnos un poco del cuadro, y con el desenfoque ocular comenzar a notar patrones manifiestos que antes eran invisibles por nuestra cercanía al problema.
Es como un cuadro impresionista, que visto de cerca solo revela brochazos bruscos y rápidos, pero cuya belleza se devela con la distancia, con el desenfoque. Ni a Van Gogh ni a Monet le preocupaba la precisión del trazo más que la sensación que produjera el motivo pintado; lo importante era la impresión que causara en el espectador (de ahí el nombre del movimiento). Esa impresión del momento es la que puede capturar el ojo entrenado con los datos masivos: desde una prudente distancia ver cómo se forman patrones, cómo las pistas falsas revelan sus sinsalidas y cómo las tendencias se resaltan para generar no una, sino muchas proyecciones.
Dejar de pensar desde la causalidad y enfocarse (o más bien desenfocarse) en las correlaciones viene con un costo: la tolerancia al error y a la inevitabilidad de la imprecisión modal. La estadística y el juego de censos solo servirá para las raras ocasiones en donde no haya datos, y seguro generará frustraciones cuando veamos que si pensamos en términos de «cuando cambia X, hay este porcentaje de probabilidad de que cambie Y» habrá muchos más resultados posibles satisfactorios pero incluso más banderas rojas. Nuestro cerebro adopta con gracia el análisis de las correlaciones porque con él juega todo el día… es la causalidad la que nos hacía doler la cabeza. Ya no es necesario, ya los datos están aquí.
Borges contaba en «Del Rigor en la Ciencia» sobre un imperio en donde habían perfeccionado a tal nivel el arte de la cartografía que habían logrado hacer un mapa detallado, tanto que el tamaño del mapa terminó siendo el del mismo imperio. Con la masiva cantidad de datos del comportamiento humano que estamos coleccionando (y que están recogiendo por nosotros) nuestro mapa del mundo será más grande que el mismo mundo, por lo que la tolerancia a no ver el detalle será compensada por un paisaje impresionante.
Lo que vamos a atestiguar con este cambio de pensamiento será asombroso. Cualquiera lo podrá ver con los ojos entrecerrados.
Notas:
9 Ago 2017
Y la consciencia necesita atención. El problema es que la consciencia, que es un recurso que necesitamos para poder incorporar nuevos conocimientos, es una vía con un solo carril.
Aprender requiere consciencia de lo que estamos aprehendiendo (sí, con h intermedia), y para ello necesitamos fijar nuestra atención en el sujeto que nos da el conocimiento.
Quienes trabajamos en la industria del conocimiento nos vemos en problemas para captar la atención de nuestro público precisamente porque sus niveles de atención no necesariamente van ligados a un nivel de consciencia suficiente para generar una intención real de compra. Por ello, interrumpir al usuario para captar su atención es un método muy costoso. La publicidad por interrupción, llámese banners, popups, notificaciones al celular, puede que funcionen un par de veces, pero su efectividad merma en la medida que quien lo recibe decide dejar de atender conscientemente.
Esto lo sabemos quienes vivimos en la industria de la venta de conocimiento: la intención de compra está más asociada a la credibilidad de marca y a un producto contundente que a tácticas de venta creativas. Puede que estas últimas funcionen, pero si no están sustentadas en la credibilidad de la marca, no hay recompra, el componente fundamental que da la posibilidad de ser consistentes en la entrega de información, que es de lo que vivimos quienes estamos metidos en esto.
Es importante ser muy selectivo en la forma en que vamos a interrumpir la atención de un prospecto. O mejor aún, hacerlo muy poco. Hacernos tan indispensables que ellos terminen comprándonos, sin necesidad de empujar la venta, de tal forma que las ocasiones en que interrumpamos su atención sea para aumentar nuestro acceso a su presupuesto y crecer en credibilidad. Siendo lo único disponible, si vamos a interrumpir más nos vale lograr que la atención lograda sea completa y consciente.
Hay que saber administrar esa atención lograda con sabiduría.
25 Jul 2017
Según Anil Seth, la realidad es una alucinación colectiva. Es una cuestión de cómo está alambrado nuestro cerebro, y de cómo reaccionamos ante los estímulos: cuando nos ponemos de acuerdo en algo, le llamamos a esa coincidencia «realidad».
Es un interesante planteamiento.
Siguiendo esa idea, cuando creamos cosas estamos haciendo que un grupo específico de personas se alineen con una realidad que inicialmente solo vive en nuestro cerebro. Y hacerlas coincidir no es cuestión única de cómo la planteemos, sino como la vendemos.
Así, hay más razones para creer que una idea no solo tiene valor por sí misma, sino por la forma como la presentamos.
Por la forma como hacemos alucinar a los demás.
Punto aparte.
Me encantó el planteamiento inicial de la charla, en la cual habla sobre la anestesia: «es una nueva forma de magia, que convierte personas en objetos». Y el elan vital. Y el concepto sobre la forma como activamente generamos el mundo.
En fin, recomiendo darle un vistazo…
24 Jul 2017
Al publicitar los productos de Actualícese siempre respondemos estas siete preguntas:
Los productos de conocimiento en comunidades verticales requieren dar mucha explicación acerca de lo que recibirá el usuario; no hay un solo usuario nuestro que no tenga al menos un título profesional.
Pero resulta que esta metodología no sólo es útil para vender: hacerse estas preguntas sirve mucho para definir y acotar los alcances de nuestro producto o servicio.
Y estoy seguro que para otras cosas también aplica esta metodología, desde los proyectos personales hasta otro tipo de industrias.
Pruébela y me cuenta.
10 Jul 2017
Los periódicos lo saben hace mucho: es mejor tener suscriptores fieles que vender en las calles las copias en papel.
Incluso Amazon, experto en vender a punta de promociones, ahora impulsa su club de compradores (Amazon Prime).
Resulta que atacar con un fuerte relámpago no es sostenible. ¿Cuántas veces cae un rayo en el mismo lugar?
¿Por qué más bien no cobijar al cliente con la seguridad de la afiliación, del pertenecer?
Dar a los clientes motivos para afiliarse, suscribirse o pertenecer a una comunidad en donde el intercambio sea recíproco («yo te doy algo bueno, tu me das dinero/referidos/etc») es más rentable.
Y más difícil.
Hay que escoger.
11 Jul 2016
Preguntar «¿Cuánto pagaría usted por mi producto/servicio?» no es una buena idea. Son muchas y obvias las razones, empezando porque nadie quiere confesar que pagaría mucho justamente a quien lo produce.
Estas cuatro preguntas pueden ayudar a modelar el precio…
18 Ene 2016
Aquí hay dos malas noticias: primero, muchos de los productos más exitosos no salen de nuevas ideas, sino de la innovación sobre conceptos existentes. Pongamos un ejemplo de moda: Apple. El iPad fue inventado hace ya muuucho rato, pero esta compañía fue la que lo potenció y lo hizo el éxito que es. Igual con el Apple Watch (nadie puede decir que Jobs o Cook se inventaron el reloj, faltaba más) o con las últimas funcionalidades del nuevo sistema operativo del iPhone. Apple supo innovar sobre ideas existentes y sobre ellas agregó valor. ¿Resultado? Ventas multimillonarias.
La segunda mala noticia respecto a atesorar ideas como Gollum (el repugnante ser enamorado del anillo del poder, en El Señor de los Anillos) es que posiblemente ese sueño que atesoramos y no queremos soltar se le ha ocurrido a otro, y si estamos muy de malas o somos malos ejecutores, lo llevará al mercado más rápido. Y eso duele mucho.
Mi granito de arena: debemos acostumbrarnos a crear productos «Hola Mundo». Este tipo de productos sirven para probar el mercado, saber si a quienes queremos llevar nuestro producto realmente pagarían por él. Ojo: no dije «realmente les gustaría«. Dije: «pagarían por él«. Hay un gran trecho entre que un producto le guste a la gente y otro que pague por él.
Les llamo «Hola Mundo» por mis antiguas, viejas, viejísimas raíces de programador. Siempre que un desarrollador quiere saber si todas las herramientas para programar quedaron bien instaladas y configuradas, y también cuando es la primera vez que tiene una aproximación a un nuevo lenguaje de programación, escribe un pequeño programa, cuyo nombre es, invariablemente, «Hola Mundo». Pregunte a un técnico o ingeniero de sistemas cercano acerca de los 10 momentos más felices de su vida, y seguramente 3 o 4 de ellos incluyen «el día que vi en la pantalla ‘Hola Mundo’ en X lenguaje». Es en serio, intente y verá.
En el mercadeo no es distinto: me ha ido muy bien poniendo a punto productos, paquetes o promociones en prueba bajo un esquema simple, que no me haga perder mucho tiempo en caso de que no funcione. Si tengo 100 clientes, pruebo con 20. Con UNO que muestre interés (un 5%) ya es suficiente para abordarlo con más seriedad y llevarlo a un público más amplio. En caso contrario, se transforma o se deshecha.
El método Hola Mundo tiene 3 características:
Para los ingenieros, lo único importante es que aparezcan esas palabras («Hola Mundo») en la pantalla para saber que todo está bien: así debería ser para usted. Se vendió o no se vendió, gustó o no gustó. Simple.
Cuando uno adquiere velocidad en el despliegue y la medición, ya que nos roben ideas no será un problema. De hecho, que intenten.
31 Ago 2015
Cuando uno gerencia una organización se da cuenta de lo vital, lo importante e imprescindible de la actualización constante de los conocimientos de los empleados. Y uno (sobre todo yo, que precisamente vendo eso) sabe perfectamente que existen cursos en línea que darán esa solución.
Pero, y este es un gran pero (en inglés suena más chistoso),la educación virtual no está alineada con la cotidianidad corporativa. Me explico: si un empleado va a hacer un diplomado, te pide permiso para salir un poco más temprano todos los días para ir a su curso y ya: el proceso quedó inserto en el día a día. Uno ya sabe que no cuenta con ese empleado a esas horas, y él muy posiblemente estará muy juicioso estudiando sin pensar en nada más.
Cuando uno le compra un curso de estos en línea a un empleado, se genera un problema bien serio de gestión y control organizacional. ¿Cómo respetarle el horario de estudio, si uno ve que está ahí sentado y «parece» disponible porque «solo» necesita hacer pausa para atender ese urgente requerimiento de última hora que no se procesaría en caso de que estuviera por fuera de las instalaciones?
Ya todos sabemos de memoria cómo es esto:
Una vez una tecnología entra a una organización, se necesita un cambio de cultura para incorporarla al ADN corporativo.
Y creo que las intranets podrían servir a ese propósito. Una Intranet bien desarrollada podría des-agendar al empleado en todas sus horas de estudio, podría ir entregando contenidos inteligentemente para que el estudiante pudiera usar sus tiempos de ocio para hacer tareas o adelantar asignaturas, y obviamente podría usar su componente social para anunciar a los cuatro vientos ese «Excelente» que sacó en un área específica, reforzando la aprobación del grupo.
Eso sólo una idea que podría potenciarse mil veces. Si la desarrolla, se la compro. 🙂
Ojo: muy posiblemente esto ya existe y yo, que soy medio ignorante en todo lo que ignoro, lo ignoro. ¿Me hice entender?
La cosa es que las soluciones de hacking ético son muuy grandes y diseñadas para grandes corporaciones. Básicamente consiste en contratar una empresa de hackers que buscan vulnerabilidades en las redes de la empresa y le dan indicaciones sobre posibles soluciones. Algunas, incluso, desarrollan la misma solución. El problema es que esto exige un presupuesto tan grande como el riesgo que corre la empresa en caso de ser vulnerada (pérdida de datos, confidencialidad de los mismos, etcétera), lo cual hace que los servicios de «white hat hackers» (o hackers de sombrero blanco, vaya usted a saber por qué) sean carísimos y no estén a disposición de una mediana o pequeña empresa.
Pero ya casi todas las PYMES tienen «algo» en la nube. Puede ser el correo electrónico corporativo, o un repositorio en Google Docs, unos archivos en dropbox o el acceso a la página web desde donde se reciben algunos pedidos o contactos. Estoy seguro que si un Ingeniero de Sistemas versado en cuestiones de seguridad ofrece un servicio simple de detección de vulnerabilidades por, digamos, unos quinientos dólares, tendría muchas empresas interesadas.
Se ofrecerían unas tres iteraciones para que el cliente corrija los errores de tal forma que después de la primera detección pudiera llamar a un amigo que le tape los huecos de seguridad, para después ser evaluado por segunda vez, y así hasta un tercer y definitivo diagnóstico; eso sí, creo que no sería buena idea entrar a solucionar esos problemas (lo cual lo convertiría en juez y parte y lo metería en camisa de once varas).
Se me hace muy fácil de mercadear, aunque estoy convencido que hay un trabajo muy fuerte en el área legal en donde la empresa hacker debería protegerse.
Pero que se puede, se puede. Yo también compraría estos servicios.
Algo como brilliant.org, que cada día te presenta un problema matemático o científico (no más de uno) y te enseña a resolverlo en caso de que te sea muy difícil.
Creo que para los líderes de la empresa (directores, coordinadores y todo aquel con responsabilidad estratégica) es vital mantener los conocimientos en liderazgo y gestión bien actualizados. Así que un servicio como esos, que te haga preguntas diarias que tengan respuesta única, sería un hit, sobre todo si le envía los resultados a tu jefe.
Ahí ganan todos… si somos empleados y nos está yendo bien, nos pueden ascender. Si nos va regular, pueden invertir en nuestra actualización profesional. Y si somos el jefe, tanto mejor por las mismas razones anteriores.
Ahí les dejo las ideas. Si capitalizan una de ellas, me deben un café. 🙂
20 Abr 2015
Y sí. Resulta que el frío como propiedad física no existe… lo que sí existe es la ausencia de calor. Siendo estrictos académicamente, no podemos decir que «está haciendo frío», sino que «no está haciendo calor». Y esto se aplica a un montón de cosas, entre las cuales están las relaciones interpersonales, y, cómo no, los negocios.
Veamos: si Pepito «odia» a Juanito, piensa permanentemente en él, su presencia le perturba, está pendiente de qué hace, y de hecho le afecta cualquier cosa que Juanito haga.
Según eso, podemos estar todos de acuerdo, el odio es un sentimiento más afín al amor que a la indiferencia. Sin embargo, sanar esa relación puede ser posible y dado que hay puntos en común, hay chance.
Si alguien «odia» nuestra marca o nuestros productos o servicios, convertir a esta persona es mucho más fácil y menos costoso que hacerlo con alguien indiferente, dado que ya hay una relación creada y le conocemos, sabemos qué quiere y cuánto nos costará convencerlo de querernos de nuevo. Siguiendo con la analogía de la física, es una relación a la que le falta calor. La solución, pues, es obvia.
Pero con alguien que no nos conozca la dinámica es distinta. Ahí no hay frío, sino falta absoluta de calor. No hay amor, sino indiferencia total (hasta sería mejor que hubiera odio, porque es más fácil de resolver), por lo que es menester abordar el asunto con otras técnicas. En toda empresa debería existir alguien pensando en cómo llegar a quienes no nos conocen, y esa es la génesis de un departamento de mercadeo.
Con esa noción, los objetivos cambian: ya sabemos que no debemos interactuar de la misma forma con alguien con quien ya tenemos una relación de negocios, porque a esa persona ya la conocemos. Lo que debemos hace es conocer a quienes no nos conocen, entender sus hábitos, qué le mueve, a quién le han comprado antes, qué hace que no nos conozcan aún, y sobre todo, cuál sería el estímulo requerido para que aceptara iniciar una conversación con nosotros.
La Inteligencia de Mercados es una rama del mercadeo que toda empresa, grande o pequeña, debe asumir como parte vital del engranaje corporativo. Romper la indiferencia no es fácil si no conocemos a quien queremos seducir, por la misma razón que la tasa de éxito de los galanes que se acercan a bellas damas en un bar es tan baja. Puede que a algunos les funcione, pero en términos generales el no tener un punto en común para iniciar una conversación acaba con cualquier iniciativa, y con el ego de muchos. Y para romper la indiferencia es necesario hacer la tarea: investigar a quienes queremos conocer.
Y pensándolo bien, si mi profesor de física hubiera entendido esto, seguramente hoy muchos de mis compañeros y yo nos hubiera seducido la física y estaríamos con una bata blanca en un laboratorio.
21 Oct 2014
Si un dilema nos plantea la necesidad de escoger entre dos opciones, y ya es confuso, un trilema es peor aún, porque solo podemos escoger dos de tres.
“si nuestro cliente quiere nuestro producto o servicio rápido y barato, debería buscar en otra parte”Tweet This“si un cliente ama su producto le contará a cuatro amigos; si lo odia, a dieciseis”Tweet ThisGood Cheap Fast #projectmanagement pic.twitter.com/Ip6uuz192H
— Natzir Turrado (@natzir9) February 2, 2017
Por ejemplo, no podemos pedir una sociedad justa, libre y equitativa: si es justa, los que trabajen más ganarán más; si es libre, los padres heredarán a sus hijos su fortuna, así estos no se lo merezcan; y si es equitativa, todos iniciaríamos nuestra vida con la misma cantidad de dinero. Solo dos de estas opciones pueden convivir: si una sociedad es libre y justa, no será equitativa; si es justa y equitativa, no será libre; si es libre y equitativa, no será justa. Que entre el diablo y escoja, porque nosotros no nos hemos podido poner de acuerdo.
Ahora, la vida de los negocios plantea un reto más o menos parecido que nos ha tocado vivir a empresarios, emprendedores y en general a todos los que prestamos servicios a cambio de dinero: el trilema entre bueno, barato y rápido. No creo que sea necesario ahondar más, porque la figura que ilustra este artículo deja el asunto más o menos claro respecto a las opciones que podemos dar a quienes nos compran nuestros servicios.
Lo que creo que es importante es recalcar la necesidad de pararse en la raya, y evitar la tentación de contemplar la posibilidad de permitirse ofrecer la última opción del trilema:si nuestro cliente quiere nuestro producto o servicio rápido y barato, debería buscar en otra parte. Y la razón está en nuestra condición humana, tan ingenua, ambivalente y proclive a las falsas esperanzas: si uno ha pagado algo, así sea barato, y así nos hayan advertido hasta la saciedad que si hubiéramos pagado más podríamos recibir algo de mejor calidad, no dejamos de decepcionarnos cuando se rompe, o no funciona, o no presta el servicio que nuestra ilusión (y falta de presupuesto) compró.
Y esa decepción es veneno puro para cualquier emprendedor: la marca del producto sufre con este tipo de decepciones y sería irrelevante si el asunto se quedara así. Pero estamos en el mundo de las redes sociales, en donde las hormigas tienen megáfonos, en donde cualquiera que susurre una decepción cuenta con un aparato de perifoneo digno de payaso del centro, que hará enterarse de ella a mil más.
La sabiduría popular empresarial ha acuñado la Regla del Cuatro: si un cliente ama su producto le contará a cuatro amigos; si lo odia, a dieciseis (cuatro al cuadrado). ¿Valdrá la pena el riesgo?
Pero si repasamos las otras dos opciones vemos que hay formas más elegantes de quedarnos con el cliente.
Si le ofrecemos una solución rápida y de buena calidad, siempre podremos idear un esquema que combine el precio con formas de pago para que la compra sea factible desde el punto de vista finnaciero. Créame, si un gerente recibe una propuesta de solución buena y rápida, no tendrá reparos en pagar un poco más si además la propuesta se alinea con lo que piensa recibir en beneficios al mediano plazo. Y si le ofrecemos una solución económica y buena, sería muy inteligente combinarla con un cronograma de entregas que alivie la presión de tiempos de su cliente.
Eso sí, jamás de los jamases contemple la posibilidad de dar algo menos que excelente, porque su siguiente trilema será la bancarrota, la liquidación o la deshonra.
26 Sep 2014
Cualquiera puede iniciar una empresa: lo difícil es hacer que dure. Y más difícil aún es volverla rentable.
El bicho del emprendimiento pica a todo colombiano al menos una vez en la vida. Creamos empresas de la nada, ya sea para vender arepas en una esquina o para montarle la competencia a Mark Zuckerberg, influenciados por una combinación de factores: necesitamos dinero, no aguantamos tener jefe o tenemos un sueño.
Lo que pocos saben es que menos del 20% de los emprendimientos sobreviven al primer año. Del porcentaje restante, menos de un tercio sobrevive al tercero, lo que deja claro que es imprescindible que el esfuerzo de la romántica idea inicial tenga respaldo en una estrategia empresarial realista; una que no se quede en rayones en servilletas y esté orientada en cómo hacer que esa nueva cuenta corriente engorde. La noticia buena es que ya muchos hemos pasado por eso y tenemos unos cuantos tips para compartir; la mala es que nadie puede hacerlo por usted.
Lo importante no es tener respuestas, sino hacer las preguntas correctas. Hace algunos meses fui invitado por una entidad del gobierno, que promueve el emprendimiento, a hacer parte del jurado de una convocatoria de jóvenes empresarios con ideas; y no se imaginan cuántos muchachos querían inventarse de nuevo YouTube, Foursquare o Waze.
La pregunta que siempre fallaban era «¿En el mercado ya existe algo parecido?». Y los que tenían ideas realmente originales se veían a gatas para contestar «¿Y cómo piensa generar utilidades?». Nuevamente, el truco está en hacerse las preguntas correctas al iniciar, así que a continuación recopilaré algunas de las que me hago siempre que me reúno con mi equipo de trabajo a crear productos o idear nuevas formas de generar ingresos…
Esta idea la recibí de mi padre y nunca dejo de practicarla porque sirve para todo: siempre que quiera llegar al fondo de un asunto, pregúntese 5 veces «¿Por qué?». Haga el experimento, no necesariamente con una idea empresarial sino con cualquier cosa: política, religión o algo que no comprenda. Si no abandona al segundo «¿por qué?», encontrará respuestas interesantes que terminan revelando el verdadero fondo de las motivaciones de las personas. Y esto, al momento de investigar productos o servicios que queremos vender, es invaluable.
En serio, haga el experimento.
Esto lo aprendí de Carina Bark, una experta consultora sueca con la cual tuve la fortuna de trabajar: la metodología de responder las 5W-2H (en inglés what-why-when-where-who-how-how much) permite explorar los mercados de forma exhaustiva y es el principal filtro de ideas sin futuro. El problema del emprendedor no es su capacidad de generar ideas sino su incapacidad de desechar 9 de cada 10 que se le ocurren.
Por ello, al momento de desarrollar un producto responda:
No es sencillo ni rápido responder todas estas preguntas pero con perseverancia es posible y… afrontémoslo: crear una empresa es fácil. Lo difícil es sostenerla.
18 Ago 2014
Mis amigos de El Clavo me visitaron hace un par de meses para charlar un poco acerca de actualicese.com, su modelo de negocios y un poco acerca de mi experiencia alrededor de este asunto, y el emprendimiento en general. Este fue el resultado…
Aunque en el enlace se puede ver la entrevista completa, me he tomado el atrevimiento de transcribirla completa (como lo he hecho con algunas anteriores) debido a que, eventualmente, sus websites sufren transformaciones y los enlaces pueden perderse.
A continuación, la entrevista completa:
13 Mar 2014
Ocasionalmente algunos de mis antiguos alumnos me hacen preguntas a través de mi blog que contesto a través de redes sociales o a través de este mismo espacio. La de hoy fue interesante, porque me preguntaron…
¿Qué tan importante es para actualicese.com la difusión vía redes sociales, el mercadeo vía influenciadores?
¿Cuál de las 4 P’s del Mercadeo es más importante para actualicese.com?
Lo intenté condensar en unos cortos tweets:
Aprender del "Nuevo Mercadeo" sin entender el tradicional es inocuo. Para romper las reglas primero hay que conocerlas.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
En mi experiencia la difusión vía influenciadores y socialmedia es solo una parte del marketing, con un impacto más bien limitado.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
En @actualicese hemos redefinido las 4 P's del mercadeo (Producto, Plaza, Promoción y Precio) a Producto, Producto, Producto y Precio.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
La Plaza (2 P del Mercadeo) no ha sido importante para nosotros. Aunque tenemos foco regional, el Producto ha impactado nacionalmente.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
El Precio ha sido un tema sensible, pero la inversión en calidad de producto minimiza su impacto en la estrategia. #4PsDelMercadeo
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
En @actualicese el foco es la calidad del producto y la experiencia de compra. Lo demás (mercadeo, logística,etc) es más fácil de articular.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
En @actualicese el foco es la calidad del producto y la experiencia de compra. Lo demás (mercadeo, logística,etc) es más fácil de articular.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
No es inteligente minimizar las otras #4PsDelMercadeo, pero la calidad del Producto siempre debe ir de 1ro. Sin eso, es perder tiempo.
— Juan Fdo. Zuluaga (@jfzuluaga) March 13, 2014
11 Dic 2013
Esta es una conferencia virtual de alrededor de 2 horas que sostuve por invitación de Mauricio Duque… fue un espacio muy enriquecedor e interesante, en donde hablamos de…
Estuvimos en esta charla alrededor de 2 horas y media, acompañados por el Líder de Innovación & Desarrollo de actualicese.com y el Líder de Medios Publicitarios.
27 Sep 2012
Y es que vender servicios profesionales no es fácil. Hay factores imponderables que hacen que el valor de nuestra oferta sea comparada con factores por fuera de nuestro alcance: si vamos a vender un servicio contable, por ejemplo, difícilmente podremos superar sin escollos el asunto de las tarifas, dado que las variables exógenas que inciden sobre estas superan muchas veces las fortalezas endógenas del valor agregado que queremos entregar: una cosa es saber lo que se tiene, otra cosa es saber cómo ofertar.
Para dejar a un lado estos factores de difícil control, la única solución es que desarrollemos una Marca Personal, que es un «aura» alrededor de nuestro nombre que habilita oportunidades comerciales seria y contundentemente.
Tom Peters (quien acuñó el término) la define así:
“La marca personal enlaza tus pasiones, tus atributos clave y tus fortalezas con una proposición de valor, dejando claro lo que te diferencia de los demás.”
Ojo con la definición de Peters: la Marca Personal no deja espacio a que digamos poseer de virtudes que no tenemos. La Marca Personal es un reflejo de nuestra personalidad, no un maquillaje. Es claro que un componente primordial es la pasión que sintamos sobre el servicio que desarrollamos, y con sólo este componente podemos eliminar de tajo cualquier intención que podamos tener de «hacer de cuenta» que nos gusta algo que no. Si no amamos lo que hacemos, difícilmente podremos reflejar pasión. Si no amamos lo que hacemos, no podremos exhibir fortalezas, dado que esta es la única forma de encontrar motivación para mantenernos actualizados, buscando y curioseando más que nuestros colegas en los temas de los cuales esperamos lucrarnos; sin cariño por lo que hacemos, no es viable pensar que lograremos diferenciarnos y superar en valor percibido a competidores altamente motivados y seguramente competentes.
La Marca Personal trasciende incluso nuestra intenciones: el Dalai Lama no se levantó una mañana y pensó «quiero verme como un ser humano íntegro y profundo». Simplemente ES íntegro y profundo, lo refleja, y su reputación lo precede. Y es tan cierto en lo bueno como en lo malo: difícilmente «Il Cavalieri» Berlusconi logrará deshacerse de su imagen de mujeriego y de dudosa moral. Los primos Nule, famosos en Colombia por su escándalo de corrupción, muy posiblemente jamás lograrán desmarcarse de la corrupción.
Clotaire Rapaille, investigador en neurociencia aplicada al mercadeo, descubrió en su libro «El Código Cultural» que las marcas son un etiquetado natural en nuestro cerebro que viene inserto en nuestra cultura. Es interesante, por ejemplo, como los códigos culturales, que varían de nación a nación y etnia a etnia, se preservan en conceptos específicos: por ejemplo, el código para Médico es HEROE. En nuestro inconsciente personal y colectivo, Rapaille descubrió que relacionamos estos dos conceptos en nuestro cerebro sin siquiera meditarlo. Por ejemplo, el código para enfermera, es MADRE.
Esto es relevante para la Marca Personal en cuanto a que los códigos nos muestran las cosas que los consumidores sienten, no lo que “dicen” que quieren.
Y la Marca Personal es lo que nuestros clientes «sienten» alrededor de nuestro nombre. Con esa información inconsciente, no hay necesidad de hacer esfuerzos mayores para justificar un mayor valor en nuestra oferta de servicios: nuestro cliente aceptará de buena gana que el precio pueda ser más elevado, dado que está recibiendo un intangible que le agregará un valor que se traducirá en tranquilidad y confianza. Ese intangible es la Marca Personal.
En mi charla hablo de ello y dos varias pautas: en primer lugar, evaluar nuestra marca actual. Muy posiblemente no tengamos idea de dónde empezar, por lo que es muy útil hacer un breve sondeo mental sobre las virtudes por las cuales pensamos que somos reconocidos, para confrontarlas después con aquellas por las cuales queremos ser reconocidos.
Este ejercicio corto nos va a dar luces para el siguiente paso: crear una frase que defina nuestra Marca Personal. Pero no se preocupe: no es que usted va a ir por ahí anunciándose con un megáfono usando dicha frase, ni va a enchapar sus tarjetas de presentación con ella. Este ejercicio le dará sentido de propósito y pertenencia a un valor fundamental (honestidad, excelencia, calidad, lealtad… nombre el que quiera). Y ese es un excelente inicio… ya después viene el proceso de exposición de dicha Marca Personal, pero eso ya es un trabajo más operativo que cualquier cosa.
En la conferencia que puede ver a continuación están algunos de estos puntos, y varios más que voy enumerando…
22 Sep 2012
Por ejemplo, en actualicese.com hay muchos productos estacionales, cuyo ciclo de ventas depende del calendario que la administración de impuestos haya trazado para el año: las Declaraciones de Renta para Personas Naturales casi siempre son en Junio, y no he registrado nunca una venta de un producto que haga al respecto en Diciembre o Enero. En cambio, hay productos como nuestra Guía de Actualización Laboral que sirven durante todo el año.
El problema con la estacionalidad está en el Flujo de Caja. Regularmente, nuestra estructura de costos empresarial está diseñada para ser eficiente durante todo el año, y en aquellos tiempos en que las ventas son bajas los costos que se arrastran por tener equipos humanos encargados de los productos que se venden en un tiempo específico son una carga.
Sobre este asunto he intentado varias aproximaciones: un equipo de trabajo humano que no sea fijo sino estacional (también); y también he visto que se puede contrarrestar la estacionalidad creando productos que «llenen los huecos».
La primera aproximación no funciona bien cuando se trata de equipos productores de conocimiento y de investigaciones especializadas, por una razón clara: alguien que trabaje contigo durante unos pocos meses en el año tiene una ventana muy grande para encontrar otros horizontes en sitios más estables. Me ha pasado varias veces, y es decepcionante ver a una persona comprometida con tu empresa salir a buscar otras posibilidades durante los períodos áridos.
En el caso de los equipos de vendedores, también es un problema; un buen vendedor durante las temporadas altas buscará alternativas en las otras temporadas, esté o no dentro del equipo de trabajo de planta de tu empresa. Al fin y al cabo, ganan por comisiones, y estén contratados o no tiempo completo, sus ingresos van a verse disminuídos en temporadas bajas.
Por ello creo que la única forma de romperle el espinazo a la estacionalidad es la segunda solución: crear productos y servicios que no estén sujetos al vaivén del mercado, sino que sean de necesidad permanente. En mi caso, son los productos de información laboral, de propiedad horizontal y entidades sin ánimo de lucro (hay mil más, pero esos son unos buenos ejemplos).
La razón por la cual funciona es la misma que esgrime Chris Anderson en su Long Tail (Cola Larga), en la cual explica que en los negocios digitales los inventarios pueden ser infinitos, y los ingresos que antes veíamos como marginales pueden ser el grueso de las ganancias de la empresa.
Pero, ¿cuáles deben ser las características de estos productos para poder incluirlos dentro de nuestra Cola Larga y de nuestro portafolio «no-estacional»?
Las rarezas o productos de poca rotación no son un problema en el mundo digital, dado que no tenemos necesidad de almacenarles o conseguir una bodega para poder surtirlos a tiendas físicas cuando llegue el momento: eso marca la primera característica de los productos no estacionales… no deben suponer un problema de bodega.
Y no me refiero únicamente a productos digitales. En nuestro portafolio contamos con libros y material multimedia en formato físico (CDs, DVDs, USBs, etcétera) que son fácilmente fabricables en plazos cortos: por ejemplo, nuestras Compilaciones de Actualización. Su estructura de costos ha sido diseñada para soportar un alto costo de impresión (en los negocios editoriales entre más se mande a imprimir, más barato sale), dado que su salida es unitaria o máximo por decenas. Y los elementos multimedia se han diseñado para ser reproducibles bajo demanda: si un cliente nos compra un DVD, nuestro proveedor cuenta con los originales y las fuentes para reproducirlo en tiempo récord. De esta forma, no tenemos inventario siquiera en productos físicos, lo cual nos permite ofrecer decenas de productos sin necesidad de asumir costos iniciales grandes.
Y la segunda característica de estos productos no estacionales debe ser su especialización. No son productos creados para comercialización masiva, sino para atacar nichos de conocimiento muy específicos. Por ejemplo, contamos con un producto llamado Compilación de Impuestos para Propiedades Horizontales. Esto no es común, no es sobre todos los impuestos aplicables a una persona jurídica, ni cubre aspectos concernientes a las Entidades Sin Ánimo de Lucro, que es a la rama impositiva a la cual se circunscribe una Propiedad Horizontal: nuestro producto SOLO se encarga de los impuestos de ese tipo específico de sociedad. Es más fácil de producir, más rápido de crear, y su actualización no supone un peso grande para nuestro equipo editorial.
Así le he quebrado el espinazo a la estacionalidad de los productos de conocimiento: creando productos cuyo formato evite el tener que incurrir en gastos de almacenamiento, y cuyo nicho de mercado lo requiera sin importar la época del año.
Pero no tenemos sólo este tipo de casos: la temida estacionalidad también se presenta en eventos presenciales, en suscripciones y en la venta de pauta. Y para cada uno de esos temas hemos abordado técnicas distintas, igual de interesantes a las que planteé hoy, y que serán motivo de otro artículo.
10 Oct 2022
Kulturbrille
Las pequeñas idiosincrasias enriquecen nuestra relación con el ambiente del que somos nativos. Entendemos la cultura local no solo porque ahí crecimos, sino por los atajos mentales que creamos con los años y nos hacen fluir.
Para hacer una ruptura en un mercado (o una cultura, o una profesión, o un nicho) pareciera necesario ser un poco extranjero.
Observar sin el velo de la tradición nos da mucha información. Como que los daneses no caminan en línea recta, que los argentinos no entienden a los automóviles como bienes apreciables, o que en Bogotá se escucha distinto el usted del Usted.
Franz Boas llama kulturbrille o “gafas de la cultura” al lente con el que observamos nuestra propia cultura. A veces necesario despojarnos de ellos para entender las particularidades culturales del espacio al que queremos irrumpir.
“La cosa más difícil es mirarse al espejo y describirse a uno mismo”, dice Lindstrom (Small Data, 2016).
Hacernos los extranjeros puede ser una buena idea para volver a mirar las cosas con otros lentes, y así redescubrir las idiosincrasias.