A bordo del Maria Pita zarparon a salvar al mundo veintidós niños y quince médicos un treinta de noviembre.
Jose Manuel acababa de cumplir ocho y sería el séptimo en ser inoculado con el virus al día sesenta y cuatro del viaje. Iría después de Clemente, de seis años; Pascual Aniceto, José y Tomás, los tres de tres; y de Vicente y Gerónimo, ambos de siete.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna llevó la sangre contaminada y salvadora de los veintidós huérfanos a las islas Canarias, la Nueva Granada, las Filipinas y a China. «El virus no mata niños», justificó al rey el cirujano Balmis, reclutador y jefe de la piadosa excursión.
Pero lo noble del propósito no le quitaba el miedo a Jose Manuel, quien lloraba todas las noches invocando a doña Isabel, la única figura materna que había conocido. Veía con terror los dolores de los que le precedían.
Llegó el cinco de febrero. A Jose Manuel la cura solo le duró seis días en su sangre porque se murió. Antes, lograron traspasarle el virus a Benito Vélez, el hijo de doña Isabel.
No fue inútil su sacrificio. Le sobrevivieron centenas de miles más, que lloraban de la felicidad cuando veían llegar al Maria Pita a sus puertos.
Notas:
Este cuento está basado en hechos reales. Balmis, un médico militar al servicio de Carlos IV la llevó a cabo con 22 niños de un orfanato de Madrid, que sirvieron para llevar la vacuna viva a las indias occidentales. Los nombres y edades son reales, excepto por el niño desconocido que murió, al cual puse nombre. Busque “expedición Balmis” para ver lo aterradora y fascinante que fue. Me quedé muy corto.
En este lugar pongo mis notas: ideas de negocio, pensamientos en borrador, pedazos de ensayos, citas a trabajos de otros y pequeños relatos (publicados y sin publicar).
Si le gusta un cuento, por favor cuénteme por algunared social; o si alguna idea de negocios le produce dinero, me debe un café. En eso soy irreductible.
9 Abr 2020
Veintidós
A bordo del Maria Pita zarparon a salvar al mundo veintidós niños y quince médicos un treinta de noviembre.
Jose Manuel acababa de cumplir ocho y sería el séptimo en ser inoculado con el virus al día sesenta y cuatro del viaje. Iría después de Clemente, de seis años; Pascual Aniceto, José y Tomás, los tres de tres; y de Vicente y Gerónimo, ambos de siete.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna llevó la sangre contaminada y salvadora de los veintidós huérfanos a las islas Canarias, la Nueva Granada, las Filipinas y a China. «El virus no mata niños», justificó al rey el cirujano Balmis, reclutador y jefe de la piadosa excursión.
Pero lo noble del propósito no le quitaba el miedo a Jose Manuel, quien lloraba todas las noches invocando a doña Isabel, la única figura materna que había conocido. Veía con terror los dolores de los que le precedían.
Llegó el cinco de febrero. A Jose Manuel la cura solo le duró seis días en su sangre porque se murió. Antes, lograron traspasarle el virus a Benito Vélez, el hijo de doña Isabel.
No fue inútil su sacrificio. Le sobrevivieron centenas de miles más, que lloraban de la felicidad cuando veían llegar al Maria Pita a sus puertos.
Notas:
Busque “expedición Balmis” para ver lo aterradora y fascinante que fue. Me quedé muy corto.
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