23 Feb 2011
De las Revoluciones, la Escasez y las Ranas (consejos varios para tiranos y dictadores)
Antes de leer este ensayo, sepa, señor despistado, que no estoy de acuerdo ni con tiranías ni dictaduras. Me caen mal. Esta es una serie de deshilvanadas reflexiones sobre el manejo de las revoluciones y del porqué es una estupidez reprimirlas de la forma como se han venido reprimiendo en los últimos días.
El error de los tiranos es dar unas pocas libertades y después restringirlas. Eso genera revueltas y revoluciones, y más les valdría no haber concedido dichas libertades en primer lugar.
Queremos con más fuerza aquello que ganamos hace poco
El sociólogo James Chowning Davies lo explica en «Hacia una teoría de la revolución» y en su famosa J Curve:
Las revoluciones suelen aparecer cuando un periodo de desarrollo social y económico es seguido de un brusco retroceso. El sentimiento revolucionario aflora cuando las personas sienten que van a perder lo recién ganado.
Ojo: lo recién ganado. Las libertades y los bienes recién ganados no pueden ser arrebatados sin una pelea de por medio, tal como lo demostró la Revolución Rusa de 1917, la Egipcia en el 52 (si, también aplica la de 2011). Al parecer, nuestra resistencia a la escasez es mucho mas fuerte con las cosas que hemos obtenido en periodos recientes.
La sensación de escasez de algo nos hace valorarlo aún más de lo que merece
«No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes», dicen los románticos.Pero puede que no valiera tanto ni significara tanto hasta que se sintió su pérdida.
Pensando en reversa podemos concluir que la mejor forma de volver algo valioso es arrebatándoselo a alguien, lo cual funciona en todos los planos (el famoso efecto Romeo & Julieta). Puede que Romeo no fuera tan maravilloso, y la famosa pareja se hubiera divorciado años después, pero el efecto que trajo la prohibición de los Montesco y los Capuleto llevó al par de jóvenes a montar su propia revolución (que terminó muy mal, si se me permite agregar).
Aún más: estamos más proclives a creer sin cuestionamientos a una ideología que está siendo reprimida (Fromkin & Brock, 1971).
Receta: póngase a los revolucionarios en agua hirviendo…
Por esto, si fuera dictador no arrebataría libertades recién otorgadas. O por lo menos no de sopetón.
La historia de la rana en agua hirviendo (aquí en español) es una clara metáfora que solucionaría en parte ese asunto: la eliminación gradual de los derechos y libertades puede anestesiar los sentimientos revolucionarios.
Resumiendo…
- restringir derechos y libertades recién ganados es foco de revoluciones
- las revoluciones no se conducen con la lógica sino con el sentimiento
- … por ello, los bienes perdidos terminan siendo valorados mucho más
- al final del cuento, la permanencia del tirano dependerá de su fuerza bruta o de su habilidad para eliminar las libertades de forma disimulada y paulatina.
Las revoluciones que vienen
Lo anterior es cierto para los movimientos políticos (como los de estos días en Oriente Medio), para gritos personales de independencia («hoy renuncio a mi trabajo para ser independiente»), para organizaciones que implementan cambios («a partir de hoy no se permite tomar café en los pasillos»), entre muchas otras situaciones.
Por ejemplo, creo que la estúpida campaña de la industria musical que busca limitar las descargas «ilegales» impulsando legislaciones restrictivas está en vía de generar un movimiento de tamaño mayúsculo en Internet.
Y creo que como seres humanos nunca estaremos satisfechos, y siempre habrá alguien queriendo liderar una revolución.
Esperaré mi turno. 🙂
24 Feb 2011
¿Por qué trabajamos como trabajamos? (reloaded)
Ahora que vuelvo a leer a Weber, encontré esta nota que escribí hace más de 5 años. Decidí no cambiarle ni una coma. Caramba, me sorprende que aún escribo igualito!
¿Siente usted remordimiento cuando no trabaja un sábado? SII, DOCTOR
¿No se le pasa por la cabeza el tomarse una cerveza un martes a las 2:30 pm? SII, DOCTOR
Si usted sufre de alguno de estos síntomas, mi estimado lector, usted sufre de una «Etica Protestante del Trabajo» avanzada.
Efectivamente, últimamente me había hecho la pregunta del porqué de semejantes remordimientos tan terribles cuando me levantaba un Lunes después de las 7:30am, o cuando dejaba el computador antes de las 5:30pm.
Y decidí investigar. Y me topé con el maravilloso Max Weber, con su teoría acerca de la Etica Protestante del Trabajo.
Esta teoría explica muy claramente cómo la forma de hacer negocios con la que vino el capitalismo echó mano de la ética protestante frente al trabajo, ética que resultó ser tremendamente conveniente para este nuevo tipo de visión del mundo.
Me explico: la ética protestante (que tiene la misma relación con la tendencia religiosa que el amor platónico de una estudiante con La República) es una filosofía importada de los monasterios que sirve para definir la relación entre un monje y el trabajo que debe hacer:
Según Pekka Himanen, «la Orden Monástica de San Benito alertaba a los hermanos haraganes de que la inactividad es la enemiga del alma».
Y esta última frase nos cae a todos (díganme si no) cual yunque en el espinazo. «Levántese mijito, no sea vago y quede como su tío Guillermo», «Deje la ociosidad y póngase a trabajar» son algunas de las frases con las cuales levantaron a nuestra generación.
Y YA SABEMOS POR QUÉ. Porque al capitalismo le convenía sobremanera una ética que ligara a su fuerza motora fundamental (la voluntad humana) desde lo más íntimo con sus intereses (productividad y demás).
La ética del trabajo sólo existía en los Monasterios en la Edad Media, hasta que llegó nuestro buen amigo Lutero y nos la chantó en nuestro nuevo modo de vida.
No es que esté mamerto.
De hecho, no es que esté en desacuerdo. Pero no sabía de donde venía ese desasosiego, esa jartera monumental de sentirme culpable y llenar mi culpa con trabajo y más trabajo.
Ahora lo sé. Y ya no le preguntaré de nuevo a Dolorán.