17 Sep 2022
Daguerrotipos
El daguerrotipo (forma primordial de la fotografía) tiene un lugar principal en la literatura y la fantasía. Me ha gustado mucho una suposición que he encontrado en varias referencias literarias (y sobre la cual escribí un cuento hace algún tiempo):
De esa época databa el oxidado daguerrotipo en el que apareció José Arcadio Buendía con el pelo erizado y ceniciento, el acartonado cuello de la camisa prendido con un botón de cobre, y una expresión de solemnidad asombrada, y que Úrsula describía muerta de risa como «un general asustado». En verdad, José Arcadio Buendía estaba asustado la diáfana mañana de diciembre en que le hicieron el daguerrotipo, porque pensaba que la gente se iba gastando poco a poco a medida que su imagen pasaba a las placas metálicas.
Gabriel García Márquez. (1967). Cien Años de Soledad (p. 60)
Unos años antes Adolfo Bioy Casares en La Invención de Morel (de la cual Borges dijo que es “perfecta”, sin una coma menos ni una más), había hecho el mismo planteamiento alrededor de la sujeción del alma y la imagen.
Morel inventa un dispositivo que captura y proyecta fielmente la realidad; pero no como una imagen, ni siquiera como 3D… al proyectar lo grabado, se podía sentir como una realidad alterna. El protagonista (que no es Morel, sino un fugitivo que se refugia en una isla, y es quien narra en primera persona) no sabe en qué realidad está. Él supone que es una grabación.
(Morel) «Había resuelto no decirles nada pero como son amigos tienen derecho a saber. Mi abuso consiste en haberlos fotografiado sin autorización. Es claro que no es una fotografía como todas; es mi último invento. Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre. Imagínense un escenario en que se representa completamente nuestra vida en estos siete días. Nosotros representamos. Todos nuestros actos han quedado grabados. (…) La hipótesis de que las imágenes tengan alma parece confirmada por los efectos de mi máquina sobre las personas, los animales y los vegetales emisores.»
Bioy Casares. (1940). La Invención de Morel.
El fugitivo se enamora de Faustine, una mujer que ve muchas veces en la isla.
La pregunta es… ¿el fugitivo está enamorado de una mujer viva o de una imagen?
No se sabe… de hecho, el mismo fugitivo cree que es una proyección. Cree que al proyectar una grabación de la realidad, el alma se transfiere a la reproducción, vaciando a la imagen original. Ese planteamiento hace de su relación con Faustine un misterio…
¿Ella sabe que él está ahí? ¿Lo siente?
Morel no pareciera ser su pareja… ¿cómo hacer para que haya alguna reproducción que los ponga en el mismo plano?
¿El Fugitivo está vivo?
Si es verdad que la reproducción de una imagen se lleva una parte del alma como temía Jose Arcadio Buendía (yo planteo que lo hace paulatinamente, a medida que el número de «vistas» de la imagen aumenta)… ¿aquel que aparece en un periódico puede terminar vaciado?
18 Sep 2022
Safávida
Ismaíl reclamó Persia en el verano de la conmemoración de los mil quinientos años de la encarnación de un dios en el que no creía.
A los siete años lo escaparon de la muerte en la que cayó su padre y su hermano mayor; a los doce lo comandaron a comandar la sangrienta batalla de Sarur, en la que se impuso a pesar de estar uno a cuatro en la alineación de fuerzas; a los trece lo entronizaron como shah de Azerbaiyán, y como no fue suficiente, a los catorce multiplicaron su título para convertirlo en shāh-ān-shāh; cumplidos diez años del inicio de su cruzada (qué paradoja), ya había conquistado todo Irán.
Unos años después perdió en la batalla de Chaldiran su halo divino después de una gran derrota. Se retiró a hacer poesía (ahogar las derrotas con letras, el cliché de todo bardo) y murió a los treinta y seis.
Le sucedió a su hijo de diez años, con quien se reinició el algoritmo, ya refinado: constante uno, ser enano (acepción cuatro y cinco de la RAE, escoja usted); constante dos, tener altos consejeros que lo lleven a batallas; constante tres, gobernar sabiamente y dejar conquistas y legados poéticos.
La dinastía safávida que fundó permaneció por otros doscientos años, reinicio tras reinicio.