4 Oct 2022
Suerte
En la comedia de Aristófanes, Cremilo encuentra que la desigualdad social es causada por la ceguera de Pluto, el dios de la riqueza:
Si Pluto recobra la vista y deja de caminar a tientas, se dirigirá a las personas honradas para no abandonarlas nunca, huyendo siempre de los impíos y malvados. Ahora bien, ¿qué se conseguirá con esto? Se conseguirá que todos los hombres sean buenos, ricos y piadosos.
Aristófanes. Pluto.
El pobre de Cremilo concluye que la riqueza no ha sido repartida por merecimiento, virtud o inteligencia, sino por el mero azar, y se lanza en una aventura para devolverle la vista a Pluto.
Milenio y medio después, con miles de experimentos sociales, con décadas, siglos y milenios de pruebas en diversos modelos económicos, se reafirma su conclusión: la repartición de la suerte es aleatoria.
Recordemos esta respuesta del Nobel de Economía en 2013:
«¿Qué le gustaría saber del mundo del dinero que cree que nunca podremos saber con certeza?»
«El rol exacto de la suerte en los resultados exitosos», respondió Robert Shiller.
«Es el resultado del trabajo duro», es la respuesta inmediata. No, no lo es, ya eso ha sido estudiado.
Es un hecho estadístico: por cada historia de un millonario hecho a pulso, que aprovechó oportunidades, fue arriesgado y rompió los moldes, hay cientos de historias desconocidas de gente que hizo lo mismo y no le funcionó. Y por cada persona virtuosa que llegó a la fortuna, hay otras tantas que sin virtud también la lograron.
La cosa es que no es muy cortés decirle a un rico que su fortuna la logró por suerte. Y si eres el rico, es desmoralizante e inaceptable. La suerte parece un insulto, pero debería ser contada como bendición. La suerte de tener suerte.
A pesar de la cruzada de Cremilo hace dos mil cuatrocientos años, Pluto nunca recobró la vista, y siguió repartiendo la riqueza al azar.
5 Oct 2022
Verdugo
«Si el jurado te condena, Jack Ketch te libera«, decían un cántico en la Inglaterra del siglo XVII a quienes eran llevados a la guillotina. Jack era el más notable verdugo oficial.
Veintitrés años de carrera documentados dejaron anécdotas como la de Edward Coleman cuando fue llevado al cadalso:
«Me enferma tanta traición«, dijo Coleman. «Aquí está su cura, señor«, dijo Ketch, señalando la guillotina.
(El inventor de la guillotina se oponía a la pena capital, y se sintió horrorizado por lo que hicieron con ella. Su familia pidió por décadas que le quitaran ese nombre al aparato. La última ejecución con ella en Francia fue hace muy poco: en Septiembre 11 de 1977.)
Jack Ketch, eficiente, brutal y corrupto. Por unas monedas más aceleraba o ralentizaba el proceso. La agonía era una cuestión fácil de resolver con unas monedas para Jack: si eras el condenado, le pagabas para que afilara más la hoja de la guillotina y fuera rápido; si eras un enemigo que querías ver que a la pena capital se le sumara sufrimiento, pagabas a Jack para que fuera lento y doloroso .
Murió en noviembre de 1686 ahorcado, por borracho y matar a una mujer.
Jack Ketch despertó la envidia del diablo, y se sabe que tiene cazada una pelea judicial con él y con la muerte para adueñarse de su nombre.