2 Mar 2021
Solo pudo pintarlo un loco
“¿Por qué no lo ven?”, se preguntaba Edvard.
Sus dos amigos seguían caminando bajo las nubes nacaradas de Cristiania. Transeúntes se detenían a mirar sin sorpresa la escarlata brillante del poniente y las nubes de extrañas formas.
El artista sintió angustia. Quería gritar.
Hacía meses había hecho erupción un volcán a diez mil kilómetros de distancia, y sus efectos aún se veían en la tarde noruega de 1883.
Pero los efectos en la mente de Munch apenas iniciaban. Con angustia, a la altura de la Ljabrochausseen dejó ir a sus amigos y en ese lugar tradujo los coágulos que veía en las nubes en grueso óleo.
Al terminar, dejó una inscripción:
“Can only have been painted by a madman”.
“¿Por qué no lo ven?”, se preguntaba Edvard cuando exhibieron su obra, y nadie parecía haber visto el mensaje.
Nadie parecía haber visto la sangre en las nubes ni su grito en el cuadro.
Notas:
- El Grito puede ser una de las obras más famosas del artista noruego Edvard Munch.
- Christiania era el nombre que por esos días tenía Oslo, la capital noruega. Hasta 1925 lo tuvo.
- La calle Ljabrochausseen, donde decidió dejar ir a sus amigos para hacer la obra, es ahora la Mosseveien.
- La pintó en a finales del siglo XIX, unos meses después de la erupción del Krakatoa, la más fuerte que se ha registrado. Sus cenizas pintaron de múltiples colores el cielo del norte de europa durante meses.
- En la obra original hay un mensaje escondido (las palabras que refiero arriba en el cuento). El grafiti, se comprobó después, fue escrito por el mismo Munch.
- Este hilo hila un poco el proceso que me llevó a escribirlo. Y aquí hay un corto video maravilloso inspirado en esta obra.
- He intentado algunos cuentos sobre artistas famosos. Por ejemplo, el de Le Sinader, el de un guarda de museo con problemas de memoria, el de Los Amantes de René Magritte…
22 Mar 2021
Kintsugi
Empezó dejando de diluir en ungüentos sus cicatrices: decidió hacerlas más visibles como testimonio de aceptación a su imperfección y exclamación de orgullo por sanarlas.
Como los antiguos artesanos japoneses que reparaban las fracturas de la cerámica rellenándolas con oro, se ocupó por semanas y meses en reparar las huellas de sus propias heridas rellenando las grietas con resina dorada, como la savia amarilla que brota de los árboles.
Las marcas de tropezones de su niñez y adolescencia sanaron bajo el recubrimiento ámbar. Herida a herida, reparación a reparación, una joya sucedió a la porcelana.
En poco tiempo, su arte de resiliencia y poder tomó el camino de la perfección. al dejar de ocuparse en las fracturas externas y dedicarse a las internas: ahora, cada decepción y pesar trazaba un surco relleno de brillo nacarado en las paredes ventriculares.
Su corazón ahora es arte que late.
Notas: