15 Sep 2017
El costo de la ignorancia y/o la mezquindad en temas laborales [Hilo]
En mi cuenta de twitter, a propósito de un tema laboral que estábamos tratando en Actualícese, hice un hilo sobre la responsabilidad de los empresarios en temas laborales…
Empezó así…
Y siguió así (tal cual quedaron en los 140 caracteres):
Si un contrato (así sea verbal) tiene subordinación, remuneración y prestación personal es laboral y ya. Darle vueltas es exponerse a demandas (justas).
Por ejemplo, si una empleada está embarazada, hay que saber qué se le puede exigir. No solo es lo justo y humano, sino lo responsable empresarialmente.
Cualquier «conejo» que se le haga a unas vacaciones, unas cesantías, un pago de pensiones será cobrado en un juzgado, tenga la seguridad.
El asunto no solo es moral: es jugar el juego empresarial como debe ser. Si no tiene plata para pagar prestaciones, replantee el negocio.
La ley supone (como debe) mala fe del empleador, porque somos los dueños del medio de producción y contamos (se supone) con el conocimiento.
El mensaje es claro: a los empresarios nos deberían poner a recitar el código laboral de memoria. Si lo rompemos, es porque queremos multas.
Abusar de una relación laboral (así le digamos «contrato de servicios») es mezquindad o ignorancia. Ambas se pagan, y bien caro.
Los errores «de buena fe» en una liquidación de un contrato también cuestan. Si no hubo mezquindad, hubo ignorancia. Igual se paga.
Si es empleador y ya metió la pata, busque un arreglo. Un «mea culpa» a tiempo sale más barato, y podrá dormir mejor.
«Susana, metí la pata en tu liquidación hace un año. Te debo un millón. No lo tengo completo ahora, pero vení y conversamos».
«Fulanito,estos meses de nuestro contrato x servicios han tenido características laborales.Hablemos para compensar lo de ley y arreglar eso»
Arreglar las metidas de pata en contratos laborales y/o de servicios es mucho más barato. Las sanciones laborales son las más caras que hay.
Es mucho el riesgo económico de las relaciones laborales y por servicios mal manejadas. Pero es una cuestión ética también.
Hacer empresa viene con el «riesgo moral» planteado por Adam Smith. La ley es el límite, si no se quiere hablar de ética. Como sea, cumplir.
Premisa: todo papayazo que sea demandable, será demandado.
Actuar bien no es solo moralmente imperioso, sino lo empresarialmente responsable
26 Oct 2017
Corto ensayo sobre las correlaciones, Monet y Big Data
La forma como percibimos el mundo ha cambiado, y también cómo lo medimos. Para planear, primero medíamos un pedazo de la información que podíamos recolectar y analizábamos. Ahora debemos desaprender todo eso.
Esclavos de la causalidad («cuando X tiende a Y, debo hacer Z»), buscábamos precisión en las muestras de los datos para inferir el futuro, extrapolando sábanas de información que después doblábamos para quitarles las arrugas sin importar cuánto tiempo tomara, y así entregar una manta del tamaño de una servilleta planchada y templada; felices, la usábamos para predecir y proyectar. Y como no teníamos datos, extraíamos muestras, encuestábamos y derivábamos. Si algo salía mal, la causalidad nos mostraba que el error estaba en la muestra; si salía bien, el éxito era la proyección.
Siervos del miedo al error, invertimos millones en mejorar los datos y mejorar los artefactos encuestadores, sin ver que la proyección misma era la que estaba sujeta al error, por una razón tan grande como el mismo concepto de causalidad: por querer ver el detalle, nos volvimos ciegos al entorno. Fue una elección consciente en donde resignamos panorama por precisión. Éramos miopes a propósito, sin poder ver el bosque por estar tan cerca de los árboles.
Pero el análisis de las causas tiene alternativa: se puede reemplazar por el análisis de las correlaciones. Si X cambia, ¿qué tan probable es que Y también lo haga?
Esto no implica solo un cambio en la forma de hacernos las preguntas, sino en la forma como queremos llegar a los resultados. El objetivo deja de ser obtener soluciones más precisas: ahora queremos tener más soluciones.
Los datos masivos, el Big Data, suponen un cambio fundamental en la forma de abordar los problemas. Con ese enfoque damos por supuesto el exceso de información, sabiendo que tendremos más de la que podríamos procesar para encontrar causalidad. Con muchos datos, podemos entrecerrar los ojos, alejarnos un poco del cuadro, y con el desenfoque ocular comenzar a notar patrones manifiestos que antes eran invisibles por nuestra cercanía al problema.
Es como un cuadro impresionista, que visto de cerca solo revela brochazos bruscos y rápidos, pero cuya belleza se devela con la distancia, con el desenfoque. Ni a Van Gogh ni a Monet le preocupaba la precisión del trazo más que la sensación que produjera el motivo pintado; lo importante era la impresión que causara en el espectador (de ahí el nombre del movimiento). Esa impresión del momento es la que puede capturar el ojo entrenado con los datos masivos: desde una prudente distancia ver cómo se forman patrones, cómo las pistas falsas revelan sus sinsalidas y cómo las tendencias se resaltan para generar no una, sino muchas proyecciones.
Dejar de pensar desde la causalidad y enfocarse (o más bien desenfocarse) en las correlaciones viene con un costo: la tolerancia al error y a la inevitabilidad de la imprecisión modal. La estadística y el juego de censos solo servirá para las raras ocasiones en donde no haya datos, y seguro generará frustraciones cuando veamos que si pensamos en términos de «cuando cambia X, hay este porcentaje de probabilidad de que cambie Y» habrá muchos más resultados posibles satisfactorios pero incluso más banderas rojas. Nuestro cerebro adopta con gracia el análisis de las correlaciones porque con él juega todo el día… es la causalidad la que nos hacía doler la cabeza. Ya no es necesario, ya los datos están aquí.
Borges contaba en «Del Rigor en la Ciencia» sobre un imperio en donde habían perfeccionado a tal nivel el arte de la cartografía que habían logrado hacer un mapa detallado, tanto que el tamaño del mapa terminó siendo el del mismo imperio. Con la masiva cantidad de datos del comportamiento humano que estamos coleccionando (y que están recogiendo por nosotros) nuestro mapa del mundo será más grande que el mismo mundo, por lo que la tolerancia a no ver el detalle será compensada por un paisaje impresionante.
Lo que vamos a atestiguar con este cambio de pensamiento será asombroso. Cualquiera lo podrá ver con los ojos entrecerrados.
Notas:
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