25 Sep 2022
Mundo pequeño
El estudio de las redes sociales (en tanto enlace de nodos humanos, no la acepción actual de sitios de difusión y escucha digital) tiene una particularidad interesante: los lazos débiles son más útiles que los cercanos para efectos de innovación, difusión de conocimiento y capitalización de oportunidades laborales (conseguir trabajo) y de negocios.
La fortaleza de un lazo está dada por «la combinación (probablemente lineal) de tiempo, intensidad emocional, intimidad (confidencia mutua) y servicios recíprocos» (Granovetter, 1973). Y la probabilidad de la difusión, «lo que sea que se difunda, puede llegar a más personas y atravesar más distancia social cuando lo hace a través de enlaces débiles sociales, más que los fuertes«.
Más notable aún: quienes llevan la innovación a sus círculos sociales tienden a ser personas con enlaces sociales más débiles que el común (algo que tiene correlación evidente con la introspección que se requiere para adquirir nuevo conocimiento), mientras que la segunda oleada de la difusión de la innovación está compuesta consistentemente por personas más integradas, con enlaces más fuertes en su red social.
La razón: quienes tienen acceso a información que no tenemos regularmente no orbitan en nuestros círculos cercanos, y por ende tienen acceso a datos que nosotros no. Y la difusión se hace con mayor entusiasmo a quienes son más cercanos.
Y todo esto, a través de la la red que creamos en nuestro mundo pequeño.
De ahí la importancia de este tipo de enlaces: los cercanos (para difusión), los lejanos (para conocimiento y conseguir trabajo y oportunidades).
(A continuación mi PDF anotado del estudio de Granovetter):
26 Sep 2022
Juntos
Para hacer cosas juntos, los humanos requerimos compromiso de todas las partes involucradas. Y hemos encontrado maneras de asegurarlo, a través de contratos y de pactos.
Los contratos sirven cuando está en juego poder o dinero, que son juegos de suma cero: si alguno gana, otro cede.
El pacto es distinto…
El Leviatán cambió el pacto por el contrato social.
Si el estado (poder) y el mercado (dinero) son lugares de competencia, y la sociedad es de cooperación, es claro que la política -que regula los compromisos para que todos hagamos cosas juntos- debe ser vehículo para diferenciar en dónde va cuál.
La política del juego de los contratos de suma cero podría volver a pactos, para que los humanos podamos volver a hacer cosas juntos.