En New York, en medio de la Gran Recesión, una mujer relativamente adinerada pidió consejo a una médium sobre donde invertir su dinero para hacer un poco mejor al mundo.
Durante su trance la médium fue poseída por Sudah, un espíritu de la Atlántida, quien a través suyo advirtió sobre un físico que trabajaba en una fórmula para el movimiento perpetuo, el futuro de todas las invenciones. A él debía entregar su dinero y su libreta de contactos.
Super Utilities, la empresa del físico, recaudó casi 10 millones de dólares de las donaciones de Helen Ressler y sus amigos. El caso llegó hasta el Fiscal General de los Estados Unidos, quien decidió adelantar investigaciones.
El caso fue a juicio. Los presuntos estafadores (la médium y el físico) solo recibieron una reprimenda, y mágicamente desaparecieron después. Nunca se supo más de ellos.
Aquí está la historia completa, llena de detalles de humana poesía:
La búsqueda de Helen por algo mejor para un mundo sumido en el caos financiero.
La identificación entre dos mujeres tratadas mal por el patriarcado: una expulsada de la iglesia que ayudó a formar, infamada por yacer con el varón de mayor rango; y la otra, exitosa modelo de guantes, tratada mal por la prensa (el titular de esta historia en los medios fue «Glove Model Upset: She Invests in Master and Complains of No Dividends«).
Las posibilidades del movimiento perpetuo: aviones que viajan a más de dos mil millas por hora, refrigeradores que no consumen un vatio de energía, sanación, transporte etéreo de la imagen.
El esfuerzo del estado por fiscalizar el límite siempre móvil entre el sueño y el fraude (que en esta ocasión era lo segundo). La torpe asimilación a esquemas piramidales, de los cuales recién Ponzi había sido acusado.
La defensa en las cortes de la existencia de la Atlántida, la transfiguración de las almas antiguas, el movimiento perpetuo.
La humanidad, que cuando de crear historias mejores que la ficción nunca decepciona.
9 Oct 2022
Metadatos
No caemos en cuenta de su existencia pero son los culpables del avance del flujo de la información que ha dinamizado los mercados. Y no son nuevos: los asirios etiquetaban sus tablillas de barro tal como lo hacen hoy los youtubers con sus videos.
Ahora es fácil encontrar cosas en línea porque podemos filtrar, ordenar y depurar. En alguna parte de nuestra historia nos pusimos de acuerdo en tallas de camisas, estrellas de hoteles, clasificaciones de películas y otro sin fin de formas de clasificar las cosas que buscamos.
Eso son los metadatos: información sobre la información. Los mercados necesitaban más referencias que el precio sobre la intercambiabilidad de un bien o servicio, y no servía en prosa ni poesía: se necesitaba una taxonomía que fuera concertada entre los ofertantes del mismo mercado. Necesitábamos más datos sobre los bienes: disponibilidad, si comprar más rebajaba el precio, si venía en un color u otro.
Los mercados ahora son ricos en información debido a esos consensos, ontologías convenidas entre competidores para poder competir mejor que beneficiaron enormemente a los mercados y fueron piedra fundacional del crecimiento de los flujos de datos masivos (que no flujos masivos de datos, que necesitan ser distinguidos porque los primeros hablan de la escala de la información, y los segundos de la escala de la transmisión).
La eficiencia de los mercados está ligada a la existencia de esas ontologías, aunque no nos debamos preocupar por ellas porque serán (¿son?) mantenidas por los algoritmos de aprendizaje profundo diseñados con el objetivo específico de hacer coincidir el lenguaje humano de los demandantes con los metadatos alimentados por los ofertantes.
La calidad de la información que se nos presenta ahora en servicios financieros, viajes, librerías o streaming es por los metadatos. El salto en eficiencia de los sectores que ya están acordando ontologías (agroindustria, banca de primer piso, contabilidad, servicios profesionales, por nombrar los primeros que se me vienen a la mente) será masivo una vez se pongan de acuerdo y abandonen el caos orgánico.
Con la atención que les corresponde, la marcación y etiquetado de los metadatos hará que haya orden en el flujo de información, dándonos el chance de darle una mirada a otro pedazo del caos que queramos resolver.